*Obligado el gobierno estatal a restablecer el diálogo y comprensión en lugar de cerrar la puerta
*(Diario ABC Puebla)
Por: Miguel Ángel García Muñoz
El sindicato de burócratas estatal entró en un letargo.
El pretexto por alargar la elección de la nueva mesa directiva fue la aparición del coronavirus. Hoy, que ha sido controlada la pandemia que hizo estragos en la población nacional y mundial, es la ambición desmedida, la división o la apatía lo que impide su reactivación.
Y el gobierno estatal se muestra omiso, mientras los derechos laborales están volando.
Si en la administración anterior no hubo acuerdos, debería ser Sergio Salomón Céspedes el encargado de dar rumbo a la seguridad social de la clase trabajadora.
Pocos son los que se reagrupan y escuchan a los que fueron sus delegados o representantes que, por cierto, entre ellos pueden surgir cartas jóvenes que revitalizarían el sindicato independiente.
La lucha intestina ha dejado damnificados.
Los mismos trabajadores se preguntan dónde están sus líderes; qué ha pasado con sus cuotas y en qué se utilizan.
Han surgido intentonas de apoderarse de las riendas de la secretaría general, pero también oposición porque ya nadie quiere liderazgos charros ni las amenazas de vivales que ofrecen sus servicios de incorporarse a otros movimientos.
La petición de la mayoría de la burocracia es que no debe llegar a la dirigencia sindical Jhovani Oliver Gallo, quien ha intentado sorprender diciendo que le entregarían la toma de nota, aprovechando los pleitos internos por el control. No cabe todo aquel que pretenda con oportunismo y prepotencia el asalto al mando sindical.
Tampoco es bien vista Virginia Socorro Meza Cruz, la líder saliente que buscó por todos los medios alargar su período, sin medir las consecuencias de la ilegalidad y el rechazo de la base.
Y menos es aceptada Martha Rodríguez Salinas, quien ha hecho del respeto en el lenguaje de comunicación una caricatura burda, aparte de que no tiene derecho a participar en una elección sindical, pues ella se fue despedida del gobierno y solamente un acuerdo con Virginia Meza hizo posible su reingreso, a cambio de apoyarla en el manejo y control sindical.
Es tiempo de que el Sindicato de Burócratas al Servicio de los Poderes del Estado se reanime y garantice la estabilidad laboral.
No tardará en surgir la sangre fresca interesada en velar por el bienestar general con renovada energía. Será sopesada por los trabajadores que merecen un mejor trato. En realidad, existe; es cuestión que se decida respetando la decisión de la base que es la que elegirá, porque forma parte de sus derechos.
El gobierno estatal está obligado a abrir la puerta, en lugar de cerrarla.
Recomendable es la tranquilidad laboral, no la incertidumbre.