Con calma y nos amanecemos en el caso de Emilio Lozoya Austin.
No todo lo que diga habrá de creerse, está sujeto a comprobación.
El ex titular de PEMEX, aparte de aparecer como testigo protegido, lo hará en calidad de delincuente y mentiroso consumado y pase lo que pase ese sitio lo ocupará por siempre.
Sus declaraciones deberán sustentarse en pruebas contundentes que impidan el invento, la venganza o la injusticia; pero, además, tendrán que ser suficientes para castigar a personajes de primer nivel de la política mexicana. Nadie aceptará a funcionarios de menor rango que sean vistos como chivos expiatorios.
Este episodio que ha despertado la atención nacional y externa, puede ser el golpe contundente que necesita el gobierno de la Cuarta Transformación para refrendar su legitimidad y demostrar que va en serio contra la corrupción e impunidad, lejos del simple escándalo mediático, desbaratando las hipótesis de que es una cortina de humo que intenta desviar la atención sobre el Aeropuerto Santa Lucia, el Tren Maya, Dos Bocas y la entrega de puertos y aduanas a la Marina, aunados a la inseguridad, el colapso económico y desempleo que ha dejado la terrible pandemia del Coronavirus.
El resultado final del caso Lozoya, podría redundar en el proceso de revocación de mandato que podría alargar el período presidencial de Andrés Manuel López Obrador o bien, ser la gran desilusión que marcaría un declive peligroso para su corriente en la próxima elección de 2021 y la que le sigue en 2024.
Hay quienes piensan que Lozoya marcará un antes y un después del nuevo régimen, aunque existan criterios que presionan para que no pase nada, pues el soborno –aseguran- en el tema Odebrecht, es un delito que ya caducó y las demás acusaciones no son de peso como para llevar al banquillo de los acusados a Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray, las cabezas más importantes del anterior gobierno.
Si alguien piensa que la posibilidad de una reelección no es posible, se equivoca.
La Constitución fue hecha para ser modificada. Así lo demuestra la historia.
No obstante, siendo sensatos, la reelección no es digna de un sistema democrático como el que se presume reside en México.
El pueblo manda.
Así debe y debería ser.
Nunca ha sido así.
***
POR CIERTO, las risas morbosas repletas de un sarcasmo deprimente que le imprimen a su programa televisivo, Eduardo Videgaray y Ramón Sancristóbal “La Estaca”, se han transformado en preocupación e indignación. Ahora se ponen serios para defender a Luis Videgaray, considerado el Vicepresidente de la era peñista y el cerebro que manejaba actos y conciencias.
Eduardo, es hermano del ex Secretario de Hacienda. Hoy, está del otro lado, pues no acepta los señalamientos de corrupción que pesan en su contra y menos que las carcajadas y burlas que son el sello de su conducción, lluevan sobre su familia.
directorabcd_reflexiones@yahoo.com.mx
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jueves, abril 10