En México, el Coronavirus encontró una sociedad dividida producto de un gobierno nuevo que modifica inercias y lastima grandes intereses.
Por eso no es extraño que existan pensamientos perversos que quieren que en la nación se instale la muerte, a través de la peste que llegó silenciosa, para culpar de los estragos al Presidente Andrés Manuel López Obrador y a los Gobernadores que se desprenden del Movimiento de Regeneración Nacional.
Prevalecen los dobles discursos de empresarios que por un lado exigen incentivos fiscales para paliar la crisis y por otro despiden a trabajadores, elevan los precios en sus mercancías de primera necesidad, cierran industrias, se quejan de toda decisión política del Presidente y echan más leña al fuego en materia de inseguridad, desempleo y el desplome de los precios del petróleo, la caída del peso y la bolsa de valores.
La etiqueta de la catástrofe económica mundial la han colocado con premeditación en la ropa de López Obrador.
La guerra en las redes sociales se volvió a recrudecer.
Se aúna la confrontación al interior de MORENA.
En Puebla, se reproduce ese efecto.
Hay que ver la actuación de la Alcaldesa Claudia Rivera Vivanco, enfrascada en una controversia constitucional, dizque defendiendo la autonomía municipal, mientras la pandemia se introdujo y la delincuencia arrasa con Puebla. Se aferra a no reconocer que su ineptitud y la corrupción es la causa de que la seguridad pública de la capital intente ser atraída por el Gobierno de Miguel Barbosa.
Argumenta torpemente defensa de la autonomía del Ayuntamiento, cuando eso no tiene nada que ver. Su pecado ha sido la inoperancia, la deficiencia e ineficacia. Esto puede ser la razón de peso para que la Suprema Corte de Justicia de la Nación resuelva a favor del Gobierno del Estado que ha brindado, en las últimas semanas, golpes duros a la delincuencia y al crimen organizado.
Claudia Rivera Vivanco, quien por cierto ya no maneja el C-5 donde se refugiaba sin trabajar parte del morenovallismo y la Secretaria de Seguridad Ciudadana, Lourdes Rosales, no puede negar que nunca quiso como mandatario a Miguel Barbosa, por eso su postura beligerante, lejos de la cooperación en un rubro fundamental como la seguridad pública.
Increíblemente festinó el triunfo fraudulento de Martha Erika Alonso Hidalgo en la elección de 2018; fue de las que lloró la desgracia y maldijo la caída del helicóptero en terrenos de Coronango. Hoy, los informes indican que encontró manos sucias de la política que la manipulan, ordenándole que se enfrente a Miguel Barbosa, a cambio de pagarle favores que la harán rica y poderosa.
La Corte le negó este día la suspensión provisional de que el gobierno estatal maneje los cuerpos de seguridad pública municipal; continuará el procedimiento con la presentación de pruebas y el desahogo de las mismas.
Miguel Barbosa, se ha negado a realizar declaraciones al respecto, eligiendo ir por la vía legal.
Hace bien, es el Gobernador del Estado.
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