Diversos factores influyen en la creación de escenarios de violencia, delincuencia y crímenes.
De ninguna forma se debe responsabilizar exclusivamente a los gobiernos, sino englobar el extravío de valores; fomentar la educación en la familia y la escuela; vigilar las influencia externas; la delincuencia organizada; la violencia interpersonal; patologías; el patriarcado y el matriarcado; la omisión de la autoridad; la complacencia con grupos delictivos; el machismo; la misantropía y misoginia; el crecimiento poblacional; la pobreza, ignorancia y desigualdad; necesidad de endurecer las condenas carcelarias y exterminar la enorme corrupción que existe entre elementos del Poder Judicial.
Para reducir la violencia se necesita más que atender las causas: Hay que considerar prevenir su resurgimiento y crecimiento debido a la delincuencia organizada, la violencia interpersonal y de tipo político, que pueden dispararse en entornos donde presuntamente es débil el Estado de derecho.
Aplicar la ley sin distingos y castigar con rigor a criminales, en lugar de liberarlos, reduciría las cifras alarmantes de delitos dolosos.
Consentir la impunidad ha traído graves consecuencias.
Politizar la desgracia culpando al Presidente Andrés Manuel López Obrador o al Gobernador de Puebla Miguel Barbosa Huerta, es irresponsable. No es así como se gana dinero de manera honesta ni se recuperan privilegios que se fueron con administraciones pasadas.
No es de esa forma como se recupera la dignidad de mujeres que fueron mancilladas y horrendamente asesinadas. Y también de hombres. Ahí están los casos recientes de Ingrid, que conmocionó; el de la Maestra Elizabeth, en San Martín Texmelucan; el de la pequeña Fátima, privada de su libertad en el colegio de triste memoria Enrique C. Rébsamen; el joven suicida del ITAM; el doble asesinato en Chietla; la niña ultrajada en Zihuateutla.
Es apenas un puñado de ejemplos dramáticos.
Hay que ver causas y efectos.
El asunto de los feminicidios arrastra centurias; es un fenómeno que ha ido creciendo a nivel mundial que marca la existencia de contextos sociales, culturales, normativos, favorecedores de la violencia hacia las mujeres en sus modalidades más agresivas. Sin descontar la concurrencia de factores propulsores como la violencia social, la violencia criminal, la proliferación de armas y la impunidad extendida en casi todos lados. Inadmisible que el Estado minimice o menosprecie los sucesos o esconda la fría estadística, pero no por eso es culpable único e indiscutido.
MIRE USTED LO QUE ARROJAN ALGUNOS DATOS DE LA ORGANIZACIÓN DE NACIONES UNIDAS: En América, “los índices de homicidios se han mantenido altos en la última década, incluso han aumentado en ciertos casos. Sin embargo, esto no es nada nuevo, pues el continente americano ha tenido tasas elevadas, superiores a Europa y Asia desde mediados de la década de 1950. Los constantes niveles elevados de homicidio en América son resultado de la violencia política y vinculada al crimen. En otras regiones, países con tasas de homicidio históricamente altas, como Sudáfrica, Lesoto, Federación Rusa y otros pertenecientes a Asia Central, están emprendiendo acciones para romper su círculo de violencia y han logrado disminuir las tasas. En el extremo opuesto, en los países con algunas de las tasas más bajas de homicidio del mundo, la mayoría ubicados en Europa y Asia Oriental, los niveles continúan descendiendo. Muchos de esos países presentaban niveles de homicidio bajos en 1995 y desde entonces han registrado continuamente tasas menores. Por otro lado, es de preocupar que los niveles de África del Norte estén aumentando, quizá a consecuencia de la violencia política, la cual a su vez puede disparar la violencia letal por actividades delictivas”.
TAMPOCO ESCAPAN LOS HOMBRES
“Hay una tendencia regional y de género hacia las víctimas masculinas en homicidios vinculados a la delincuencia organizada y las pandillas, pero el homicidio interpersonal cometido por un compañero íntimo o un familiar está distribuido mucho más equitativamente de región a región y es notable que, en promedio, se encuentre estable a nivel global; sin embargo, afecta a las mujeres de manera desproporcionada: A nivel global, dos terceras partes de las víctimas de homicidio cometido por compañeros íntimos o familiares son mujeres (43 600 en 2012) y un tercio (20,000) son hombres. Casi la mitad (47%) de todas las víctimas femeninas en 2012 fueron asesinadas por sus compañeros íntimos o familiares, en comparación con menos de 6% de las víctimas masculinas. Se aprecia que, mientras una gran proporción de mujeres víctimas pierden la vida a manos de quienes se esperaría que las protegieran, a la mayoría de los hombres los asesinan personas que quizá ni siquiera conocen”.
“Hay que esclarecer las diferentes clases de delito violento: Homicidio vinculado a otras actividades delictivas, homicidio asociado a conflictos interpersonales y homicidio relacionado con motivos sociopolíticos. Aunque los niveles de homicidio cometidos por la delincuencia organizada y las pandillas varían mucho”.
“No todos los homicidios cometidos en América se relacionan con el delito: El homicidio cometido por un compañero íntimo o un familiar es una forma de homicidio interpersonal que afecta a todos los países, sin importar su riqueza, nivel de desarrollo ni factores de riesgo y protección, los cuales pueden disminuir los niveles de violencia letal. No obstante, los homicidios cometidos por compañeros íntimos o familiares, que constituyen 14% de todos los homicidios a nivel mundial, son los de mayor intensidad en América y representan una gran proporción de todos los homicidios en Asia, Europa y Oceanía, donde son las mujeres de 30 años en adelante quienes están en mayor riesgo. Otros tipos de homicidio interpersonal, como los derivados de disputas por una propiedad o venganzas, también ocurren en todo el mundo”.
“La falta de datos dificulta cuantificar la prevalencia mundial de las diferentes tipologías de homicidio. El homicidio asociado a motivos sociopolíticos resulta más difícil de cuantificar que las otras dos tipologías. Ocurre cuando se intenta ejercer influencia en las relaciones de poder y para impulsar una agenda en particular. Los asesinatos relacionados con la guerra y el conflicto también se consideran violencia sociopolítica, pero no se incluyen en esta categoría porque no forman parte del homicidio doloso. Factores transversales externos Son diversos los factores que intervienen en el proceso que lleva a la comisión de un homicidio. Desde la disponibilidad de un arma (o la falta de ésta) hasta el uso de sustancias psicoactivas, que podrían actuar como facilitadores del homicidio, tales factores pueden determinar patrones y niveles de este delito; cuando se les presta atención a través de políticas de prevención, los homicidios pueden disminuir. 1 El tipo y el calibre de un arma de fuego determinan su letalidad. Que una víctima sobreviva a una lesión por arma de fuego depende de otros factores, como la disponibilidad y la eficacia de los sistemas de salud”.
SISTEMA PENAL
“Analizar la capacidad de los sistemas de justicia penal para enjuiciar a los homicidas es una labor importante para evaluar esa responsabilidad fundamental del Estado, así como comprender de qué manera este factor incide en los niveles y las tendencias de homicidios. Un sistema de justicia penal efectivo que garantice que haya una investigación rigurosa y sentencia justa para los presuntos homicidas, es un requisito previo para hacer valer el Estado de derecho y de lograr justicia para las víctimas de homicidio; de otra manera, la impunidad de los criminales puede propiciar que se cometan más asesinatos”.
“La eficiencia y la efectividad de la respuesta del sistema de justicia penal pueden medirse a través de una serie de indicadores como el número de casos de homicidios resueltos por la policía, y personas arrestadas y sentenciadas por homicidio. Estos indicadores son de corte cuantitativo por lo que no generan información sobre aspectos cualitativos fundamentales de la administración de justicia penal, por ejemplo sobre la calidad de las investigaciones, el derecho a asistencia legal, la legalidad del proceso y la duración de los juicios. Hay una tendencia mundial a que la policía reaccione con prontitud ante los casos de homicidio, al grado que en poco más de 60% de éstos se halla en posibilidad de identificar y aprehender a uno o varios sospechosos en cada incidente, lo que permite que se lleve a cabo el proceso judicial”.
“No obstante, se aprecian desigualdades regionales significativas: 80% y 85% de los homicidios, respectivamente, se “esclarecen” de esta manera en Asia y Europa, mientras que en América la proporción es de 50%. La tasa de condenas también es un indicador de la respuesta de la justicia penal a los homicidios: a nivel global es de 43 criminales condenados por cada 100 víctimas de homicidio doloso. Sin embargo, las desigualdades de región a región son aún mayores que en las tasas de esclarecimiento, pues la tasa de condenas es de 24 por cada 100 víctimas en América, 48 en Asia y 81 en Europa. Por ende, en el continente americano el nivel de impunidad en homicidios es elevado, lo que quizá se deba en parte a que la gran intensidad de crímenes que allí ocurren consume los recursos destinados a la justicia penal. Además, los homicidios en América frecuentemente se vinculan a la delincuencia organizada o a las pandillas en esta región, donde las tasas de esclarecimiento y condenas suelen ser más bajas en comparación con otras tipologías de homicidio, tales como el cometido por un compañero íntimo o un familiar u otras clases de homicidio interpersonal”.
Usted tiene la última palabra, apreciado lector.
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