GIOVANNY GARCÍA JIMÉNEZ
Médicos, enfermeras, camilleros, anestesiólogos, especialistas, laboratoristas, intendencia, administrativo, en suma, casi todo el personal relacionado con atención médica en hospitales y clínicas, fueron maltratados o marginados por la sociedad, culpándolos de no dar la atención debida a pacientes o de ser transmisores del temible Coronavirus, pandemia que ha azotado al mundo durante el 2020.
La insensibilidad prevaleció; el buen juicio se perdió.
Apenas se empieza a comprender que de los 7 mil fallecidos en el mundo por esta peste, más de 1,300 son mexicanos en cumplimiento de su deber. Muchos de ellos dejaron en el abandono a esposas, esposos e hijos. Son familias enteras que se encuentran en la desolación y casi nadie pide justicia por ellos o levanta una oración.
¡Merecen honores en lugar de ser maltratados!
Muchos de los pacientes, ahora muertos, llegaron agonizantes porque no querían ir al hospital o sus familias se negaron a llevarlos o quisieron ocultar que tenían enfermos en casa por miedo a ser agredidos en sus colonias o segregados por sus amigos y seres queridos. El resultado fue el intubamiento de las víctimas y el desenlace fatal. Entonces, el personal médico era el responsable.
El COVID-19 no perdona la pérdida de tiempo.
Hay que tratarse rápidamente y hacer a un lado los prejuicios.
La responsabilidad es conjunta de la sociedad.
Las autoridades tienen la obligación de hablar con la verdad, no engañar ni intentar adivinar el futuro para no caer en contradicciones o falsedades que serán reprochadas.
Y los ciudadanos ser responsables en atender la emergencia sanitaria, las recomendaciones y no aventar culpas propias. La incredulidad, el egoísmo, la apatía y el abuso, son veneno en una sociedad ya de por sí alejada cada vez más de los principios, valores y buenas costumbres.
Y ahora está latente la posibilidad de vivir para siempre con el Coronavirus, como ha sucedido con la Influenza. Hay que esperar la vacuna que sea un paliativo y alentar la posibilidad de consolidar la solidaridad humana tan deteriorada.