Se apoderó el miedo de la mayoría de la gente en casi todo el país.
Todo se conjuga en esta pandemia de un virus desconocido que, por lo mismo, es como enfrentar al “Ángel Exterminador”, la décima plaga que azotó a Egipto y a la soberbia de Ramsés II en el año 3500 a.C., justo en el mes de marzo como interpreta la historia.
La fe en lo divino propaga la versión de un castigo de Dios. Por esa razón los católicos se resisten a renunciar a la celebración de la procesión del Viernes Santo; sienten que es el momento de acercarse y pedir perdón por los pecados cometidos.
La ciencia, por su parte, busca afanosa la vacuna o la cápsula que detenga la propagación de esta letal enfermedad, que parece ser selectiva y no respeta a las personas viejas, que en 95 por ciento de contagios y defunciones en el mundo corresponde a mayores de 60 años.
Se utilizan drogas contra el Ébola y el SIDA mientras surge el fármaco indicado que, supuestamente, ya lo encontraron China y Cuba.
Se junta la ignorancia que piensa que es una exageración; que es un invento y que el “ANIMALITO” que contagia a los seres humanos es parte de una fábula.
Se suben todo tipo de videos, mensajes, twitts, correos en las redes sociales. Es el momento de los oportunistas de aprovechar para repartir culpas e intentar tumbar en México al nuevo gobierno, cayendo en la irresponsabilidad de confundir a los ciudadanos con noticias falsas. Nada les satisface y juran que los Poderes políticos han sido rebasados por la solidaridad y buen juicio de la gente que ha optado por vaciar los comercios grandes y recluirse en su casa para una larga cuarentena, sin faltar los abusivos que compran al mayoreo alcohol, cubrebocas y artículos de primera necesidad para revenderlos.
Hay opiniones tan torpes que aseguran hay cuarentenas de quince días.
Chínguense los pobres, que son mayoría, que van al día y que no tienen para adquirir una despensa.
Iluso el papel de funcionarios, como Hugo López Gatell, Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, que declara que el Presidente Andrés Manuel López Obrador no tiene fuerza de contagio, sino fuerza moral y que sería bueno que se contagiara de Coronavirus porque así quedaría impune, multiplicando la confrontación de opiniones, la desorientación y olvidando que el Jefe del Ejecutivo es un ser humano de carne y hueso.
Los intelectuales ponen de ejemplo mundial, especialmente para México, el mensaje de la Canciller alemana, Ángela Merkel, quien diría hace unas horas que su país enfrenta el mayor desafío después de la segunda guerra mundial. Y aunque su mensaje es claro y sensato, nunca dijo que Europa total se tardó en reaccionar y por eso ha golpeado al viejo continente, especialmente a Italia, Francia, España y Alemania, al grado de que ella dio positivo luego de presentar síntomas y checarse con su médico de cabecera.
En Puebla se han ido paralizando las actividades. Desde el lunes 23 habrá un decreto del Gobernador Miguel Barbosa que ordenará cierre de todos los establecimientos concurridos. Es una medida emergente de prevención que llamará la atención de los que se resisten a guardar las medidas sanitarias.
El fin de semana abrieron algunos bares, cantinas, antros, restaurantes, centros comerciales, ligas de fútbol amateur, cines, cafés, pequeñas y medianas empresas que trabajaron.
La medida gubernamental incluye a algunas áreas del gobierno.
No obstante, las plazas comerciales seguirán operando atendiendo las recomendaciones; igualmente, el transporte no se saturará.
Hay que ser prudentes y no engañar.
Los extremos son perjudiciales.
Ya de por sí la zozobra reina; la crisis económica, política y de desempleo, se espera desastrosa.
Es un fenómeno mundial que, sembrado o no, azota vidas y conciencias.
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