Que el Partido Revolucionario Institucional ocupe el tercer lugar de las preferencias electorales en Puebla, no es motivo para obstaculizar la lucha de intereses internos. Hay más de uno que quiere la dirigencia estatal; sin embargo, el priismo considerado auténtico apuesta por la continuidad con Lorenzo Rivera Sosa, quien únicamente cumplió una especie de interinato a la salida de Javier Casique.
Sondeos hechos al interior del añejo Partido, observan que Rivera Sosa, independientemente de su preparación académica como Administrador de Empresas, no hizo mal papel con su candidato a Gobernador Alberto Jiménez Merino, logrando conservar posiciones municipales y legislativas importantes, incluyendo las elecciones extraordinarias, a pesar de que heredó un instituto hecho añicos, gracias a la vergonzosa actuación de sus anteriores dirigencias que se convirtieron en aliadas del morenovallismo.
Lorenzo Rivera Sosa, no es un tipo beligerante, pero sí estratega entregado a su trabajo, entregando buenas cuentas cada vez que le ha tocado participar como candidato. Fue así que ganó la Presidencia Municipal de Chignahuapan, la diputación local por Tetela de Ocampo y la federal por Zacatlán; asimismo, ha ocupado la titularidad de la SEDATU y de la SEDESO.
Quienes lo conocen, saben que es hombre de lealtades con 40 años de militancia en el PRI. Dicen priistas que lo ven con buenos ojos para ocupar la Presidencia del CDE, que puntea las preferencias y atrás de él vienen Juan Manuel Vega Rayet y Xitlali Ceja García. Los tres han cerrado filas para exigir consulta a la base, siendo avalado el procedimiento por el Delegado Presidente Américo Zúñiga.
No obstante un cuarto se ha sumado a pelear el liderazgo priista: Néstor Camarillo Medina, apoyado precisamente por Javier Casique. No le disgusta la opción del candidato de unidad, es decir, vía “dedazo”, a sabiendas de que el voto abierto no le favorecería. La última demostración del rechazo que sintió fue la derrota electoral por una diputación federal. Ni siquiera los priistas le apoyaron, la prueba está en la votación ridícula que alcanzó.
Lo más rancio del priismo es el que respalda a Camarillo, aquel priismo que ha protagonizado escándalos por corrupción y traición.
Hay un punto especial que mantiene molesta a la militancia decente y es que, en la elección de 2018, Néstor Camarillo y su familia apoyaron con todo al PRD que iba en alianza con el morenovallismo, participando con recursos y movilización al triunfo dudoso de Martha Erika Alonso.
Néstor, en ese proceso llevaba una camiseta roja, pero abajo una de color amarillo.
Fue parte del fraude comicial morenovallista que llevó a Miguel Barbosa Huerta a impugnar el proceso en tribunales.
Fue un doble juego perverso el de Néstor Camarillo, quien por cierto fue acusado de un desfalco por más de 3 millones de pesos utilizando una empresa fantasma de publicidad cuando fue Alcalde de Quecholac, además de ser investigado por la Unidad de Inteligencia Financiera por haber dado protección a bandas huachicoleras.
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