La cercanía del Presidente Andrés Manuel López Obrador y el Gobernador Miguel Barbosa Huerta, está a flor de piel, es inocultable. Tiene que ver con lealtades, amistad y el compromiso de servir con pasión al pueblo que espera una verdadera transformación social y política, más allá de un simple relevo administrativo.
Es un cambio de régimen, no el “quítate tú para ponerme yo”. Es hacer realidad el combate a la corrupción y la impunidad; preservar la soberanía sobre las tentaciones extranjeras; disminuir la pobreza y la inseguridad; hacer que llegue la paz como producto de la justicia; garantizar educación y empleo; fortalecer los lazos de respeto y unión entre el gobierno, las fuerzas armadas y el pueblo.
Se dice fácil, pero es complicado, principalmente cuando son tocados grandes intereses y las inercias que parecían inamovibles se reencauzan.
El Presidente López Obrador, ha pedido un año para tener una nueva patria. Es decir, en diciembre de 2020, habrá otra realidad. Así lo externó ayer en la Plaza de Armas de la Ciudad de México ante miles de personas; frente a miembros de su gabinete; los Secretarios de la Defensa Nacional y Marina, Crescencio Sandoval y José Rafael Ojeda Durán, respectivamente; su esposa Beatriz Gutiérrez y su invitado especial, el ex Presidente de Uruguay, José Mújica, representante auténtico del pueblo y ejemplo del ejercicio de un gobierno democrático.
Miguel Barbosa, va de la mano del Ejecutivo federal, enseñando convicciones, entereza y una fortaleza ideológica y física que ha impresionado a todos, incluyendo a sus enemigos.
Los escenarios son complicados.
Sin embargo, López Obrador y Barbosa Huerta, han enseñado su inquebrantable carácter.
Su resiliencia no pasa desapercibida; es insoslayable.
Ante el panorama adverso, demuestran su capacidad para recuperarse y enfrentarlo. Están ajustados emocionalmente, localizando la llave que abre las puertas de la respuesta a los desafíos y vencerlos. Es parte de su formación, de su educación, de su conducción en el contexto social y político.
Por ningún motivo han permitido que los obstáculos, las traiciones y las afrentas los superen, llegando al grado de convertir los escenarios negativos en algo positivo, sorprendiendo por su talento de desarrollar habilidades que a lo mejor ni ellos mismos habían localizado o sabían poseer.
La gente aprende a vivir de la esperanza. Hoy, esa flama parece cobrar intensidad.
Existe la creencia de que no se equivocan al confiar.
Aunque también pululan los que hacen todo lo posible para que la Cuarta Transformación fracase.
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