Opositores sistemáticos al gobierno y forma de pensar de Andrés Manuel López Obrador, se atragantaron el 20 de noviembre con el impresionante desfile militar. Los contingentes, todos, saludando con respeto y fidelidad hacia el palco central de Palacio Nacional.
Espectáculo impresionante, a pesar de que fue un día de trabajo y no tuvo la asistencia ciudadana que merecía. Quizá esto haga recapacitar en la posibilidad de no cambiar la celebración de fechas trascendentes como forma de fortalecer la educación cívica que entrelaza los valores, la ética y la moral, por el simple hecho de alargar “puentes” vacacionales.
Si algunas cabezas calenturientas incitan la posibilidad de un golpe de Estado, el desfile y la ceremonia de condecoraciones y ascensos militares les cayó como un balde de agua helada. De nada les valió lanzar la crítica ridícula enfocada en el gasto por la organización; en que la gente no pudo abandonar sus fuentes de trabajo para presenciarlo; el que un soldado cayera con todo y caballo y que supuestos grupos de la milicia están enojados por la estrategia contra la delincuencia.
Se fueron por la fácil, como si eso demeritara el verdadero fondo político y social del desfile y de la ceremonia de condecoraciones y ascensos a elementos de las Fuerzas Armadas, resaltando la contundencia de los discursos de los Secretarios de la Defensa Nacional y de la Marina, General Luis Crescencio Sandoval y Almirante José Rafael Ojeda, respectivamente, quienes refrendaron su lealtad al proyecto y transformación que encabeza Andrés Manuel López Obrador.
De esto no se ocuparon los criterios de odio que incluye a varios Periodistas.
Lo siguiente es parte del mensaje de Sandoval y Ojeda: “Respaldamos su proyecto de gobierno con lealtad, profesionalismo y honestidad. Somos leales y guardamos profundo respeto a la institución presidencial que usted representa al haber sido elegido en un proceso democrático y transparente”.
“Las Fuerzas Armadas seguirán sirviendo con lealtad a México, a sus instituciones y a su comandante supremo”.
En la ceremonia previa a la conmemoración del 109 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, se escuchó: “Recordemos que somos hombres y mujeres al servicio de la nación, siempre leales al Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, quien es el comandante supremo de las Fuerzas Armadas, siempre leales al Licenciado Andrés Manuel López Obrador y con ello al pueblo de México y a su voluntad expresada democráticamente”.
“¡Soldados y marinos, sigamos cumpliendo con estoicismo las misiones encomendadas!”.
“¡Sintámonos honrados y orgullosos de lo que somos, del uniforme que portamos y de lo que hacemos en la nación!”.
El oprobioso criterio de los detractores del gobierno de López Obrador, no encontró otra manera de descalificar un acto trascendente como el reciente 20 de noviembre, más que ocupándose de situaciones pueriles e intrascendentes.
¿Dónde quedó el mensaje de inconformidad, que al parecer le escribieron al General Carlos Gaytán Ochoa, para que lo leyera el 22 de octubre en un desayuno en las instalaciones de la SEDENA?
Comprensible la postura de Gaytán Ochoa, quien fungió como Subsecretario del Ejército durante el gobierno del tormentoso panista Felipe Calderón Hinojosa.
Lealtad al Presidente López Obrador, se hace patente en las Fuerzas Armadas, conjugado con la legitimidad que le brinda la mayoría del pueblo mexicano.
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