Nada tiene que ver con las Señoritas Vivanco, película de 1958 con dos estupendas actrices: Sara García y Prudencia Grifell, estrellas fulgurantes de la época de oro del cine nacional respetadas y queridas dentro y fuera de los escenarios, prevaleciendo esos sentimientos aún después de muertas.
La Vivanco a la que me refiero es la Alcaldesa de Puebla Claudia Rivera, quien nunca entendió que su triunfo en la elección de 2018 se debió a diversas circunstancias ajenas a su reducida capacidad política, sorprendiendo el resultado y siendo casi una desconocida para los poblanos que se preguntaron: “¿Quién es ella; de dónde salió?”.
Hay orfandad en sus dotes de actriz.
Claudia, asesorada no sé por quién y su imagen e información manejada por gente ligada a gobiernos priistas y panistas, no pudo ganar la voluntad ciudadana, mucho menos respeto y cariño; su actuación ha sido mediocre, al revés de las verdaderas Señoritas Vivanco García y Grifell, con la característica adicional de que se presume es manejada por manos ocultas que han pretendido el descarrilamiento del Gobernador Miguel Barbosa Huerta.
Así lo mostró en la contienda interna, dando la espalda al originario de Zinacatepec y ahora es inocultable que ha tomado la decisión de enfrentarse al Gobernador, como si su consigna fuera desangrar a su administración y ella convertirse en el principal activo para que MORENA pierda la Presidencia Municipal en los próximos comicios.
Todos saben el trabajo que hizo Claudia Rivera en contra de Barbosa en el proceso interno morenista; igualmente que operó a favor del farsante candidato del PAN Enrique Cárdenas Sánchez y que actualmente desprestigia el trabajo de la Cuarta Transformación.
Los Periodistas afines al morenovallismo, al galicismo y detractores de Barbosa, hacen fiesta por el atrevimiento de la señorita Vivanco; lo destacan en sus notas y columnas en redes, prensa escrita y radio.
Lo que han soslayado es que Rivera Vivanco no está a la altura de Miguel Barbosa.
Es evidente la falta de conocimientos, experiencia, talento y sensibilidad de la Presidenta Municipal.
El cargo rebasa su pobre capacidad.
No sería extraño ver otra vez una rivalidad entre un Alcalde de la capital y el Gobernador del Estado.
Guillermo Jiménez Morales, la tuvo con Victoriano Álvarez García. Me consta. La viví cerca de mi padre Ángel García López, quien fungió como Consejero y Jefe de Prensa del famoso “Vitín”, quien terminó como empresario hotelero y restaurantero en Cancún. Yo, era entonces reportero en El Heraldo de México en Puebla, diario que vivía sus mejores épocas antes de cambiar de dueños.
Mariano Piña Olaya, el terrible “Diablo Negro de Guerrero”, fijado así en la conciencia popular, nunca quiso que Guillermo Pacheco Pulido fuera Edil, siempre prefirió a Marco Antonio Rojas Flores, impulsándolo para relevar a Pacheco y luego convertirlo en su sucesor, fracasando rotundamente.
Manuel Bartlett Díaz, tuvo en el panista Gabriel Hinojosa Rivero, a un furibundo rival. Hoy, el vendedor de computadoras está anclado en el pasado, mientras que el Secretario de Gobernación de Miguel de la Madrid, está vigente como Director de la CFE.
Melquiades Morales Flores, fue el que menos dio tela de donde cortar; sin embargo, tuvo diferencias con Mario Marín Torres, quien a su vez batalló con Blanca Alcalá y protagonizó duros enfrentamientos con Enrique Doger Guerrero.
El único que mantuvo una buena relación de complicidades, paternalismo y sujetó a sus pantalones al Alcalde, fue Rafael Moreno Valle con Antonio Gali Fayad.
El desenlace todavía no llega a su fin, pues Tony tiene mucho que explicar de la corrupción e impunidad que reinó con Rafita, como le decía su abuelo el General.
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