Desde ayer, Andrés Manuel López Obrador se enteró, por boca propia del Magistrado Arturo Saldívar Lelo de Larrea, que no habrá prórroga en la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Poco después, en rueda de prensa, Saldívar diría: “Lo cierto es que no estoy en la SCJN por cargos o por ambiciones. Mi único compromiso es y será con la Constitución y los derechos humanos, esa es la única razón por la que estoy en este lugar. Concluiré mi mandato en la SCJN el 31 de diciembre de 2022”.
Resguarda así, el Ministro Saldívar, su buen nombre, su prestigio puesto en duda y su compromiso con la historia.
Nadie sabe cuál habrá sido la reacción real del Jefe del Ejecutivo ante la postura de Saldívar, pero el anuncio del Magistrado pareciera un mensaje de anular las versiones que sugieren un ensayo en su persona sobre una posible prórroga del mandato en la Presidencia de la República o la reelección, máxime que López Obrador anunció la elaboración de una nueva Constitución.
Saldívar Lelo de Larrrea, fue contundente al aseverar que no se acogerá a la reforma del Artículo Décimo Tercero Transitorio de la Reforma al Poder Judicial, pues indicó que no se quiere una vuelta al pasado.
“No queremos una vuelta al pasado; no queremos más cultura de nepotismo”, citaría, mientras flotaba en el aire la propuesta de López Obrador, quien habría señalado que Arturo Saldívar era el único que podría salvar de la corrupción al Poder Judicial, como si todos los que transitan en esta institución estuvieran podridos.
POSDATA: Corría el 9 de octubre de 1991, Fausto Zapata, consentido de Carlos Salinas de Gortari, había ganado las elecciones de Gobernador en San Luis Potosí, pero las acusaciones en su contra por corrupción hechas por Salvador Nava Martínez, candidato de la coalición PAN, PRD y el PDM, además de la adhesión de los abanderados por el PPS y el PARM, le tumbaron la fiesta, teniendo que renunciar.
Ese mismo día fue elegido interino Gonzalo Martínez Corbalá por un período de 18 meses, tiempo en los que debería convocar a elecciones para mayo de 1993, pero con el desatino de que quiso participar violentando la Constitución que no permite la reelección.
Salinas de Gortari, ponía a prueba la inteligencia potosina y a parte de la prensa que se dio cuenta de la trampa.
Todos en México sospechaban que el salinismo quería perpetuarse en el poder. Carlos Salinas de Gortari, el Presidente, buscaba repetir la “hazaña” de Porfirio Díaz. Falló en los hechos, pero hay versiones que aseguran que ha sido un mandatario de facto después de caer el telón de su sexenio en 1994.
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