¿Se han preguntado cuáles son las funciones de la esposa del Presidente de México?
Y me dirijo especialmente a los maldicientes y maledicentes de Beatriz Gutiérrez Müller, a quien conocí hace largo rato, identificando su estadía en Puebla como estudiante, reportera y, ahora, académica de la BUAP.
Bastó una frase de ella en twitter, dirigida a uno de tantos reventadores, para que la jauría saltara sobre su figura, no porque quiera ser heredera de la silla presidencial, sino porque esos enemigos del nuevo régimen tienen la consigna de destrozarla junto a López Obrador y, de paso, sin ningún pudor, denostar a su pequeño hijo Jesús Ernesto López Gutiérrez.
El Presidente es Andrés Manuel López Obrador; él decide; él ordena; él cargará con aciertos, errores políticos y económicos en el país, sin que esto exima de responsabilidad a funcionarios y asesores.
En esto no tiene que ver Beatriz, a pesar de la libertad que tiene para opinar, lo que es diferente a considerarla como parte de la intriga palaciega.
Los sembradores de tormentas, esperan cosechar tempestades.
Son los mismos que odian el combate a la corrupción, el retiro de prebendas y que López Obrador posea como símbolos inspiradores a Benito Juárez y Abraham Lincoln, ante los que presentó hoy una guardia de honor en Washington antes de reunirse con el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Beatriz, no se compara en nada a Martha Sahagún ni a Margarita Zavala, las dos damas que demostraron su influencia intentando manejar a la nación al mismo ritmo que sus cónyuges Presidentes Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa, respectivamente, yendo más allá en la búsqueda de hacer de ambos los PRIMEROS CABALLEROS.
Todavía quiere Margarita y Calderón la impulsa a pesar de la sombra de Genaro García Luna que le persigue implacable.
Pues bien, Beatriz, renunció a la posibilidad de ser llamada PRIMERA DAMA, título que apareció en México con la esposa del primer Presidente Guadalupe Victoria, adoptado de la fundación de Estados Unidos con George Washington a la cabeza, cuya esposa era Martha Dadridge Custis. Sin embargo, el rimbombante honor nunca fue significativo para uno de los matrimonios enmarcados en la historia norteamericana.
Independientemente de que Beatriz no haya querido el título de PRIMERA DAMA, considerando que eso es clasista y va en contra del sentimiento igualitario, lo importante es señalar que no es un cargo oficial, legalmente hablando. Más bien se trata de un calificativo protocolar adjudicado a la esposa de quien llega a ser Presidente de México.
No es una designación ni un triunfo electoral ni nombramiento oficial; no tiene funciones ni responsabilidades o autoridad sobre otras personas; tampoco devenga un salario u otra compensación. Comúnmente lo que hace es cumplir con ciertas funciones de protocolo como acompañante del Presidente en viajes o recepciones oficiales y participar activamente en instituciones benéficas o de índole social, sin ser obligatorio.
Debe quedar claro que ser la esposa del Presidente tiene ventajas, como tener una vida sin preocupaciones económicas, viajes, roce social, entre otras cosas. Pero, igualmente, muestra un alto grado de responsabilidad al abrazar en todo momento el escrutinio público, como en estos momentos cuando la polarización en el país es evidente. El protocolo pasa a segundo término o es irrelevante por la política de un nuevo régimen.
Cabe la pregunta: Si los tiempos han cambiado, modificando la pareja presidencial el comportamiento político y protocolar, ¿por qué los ataques a Gutiérrez Müller?
La respuesta es sencilla: Los detractores saben que a pesar de no ser oficial ni constitucional ni aparece el título de PRIMERA DAMA en el organigrama de la Oficina de la Presidencia, les preocupa sus funciones limitadas a temas de carácter humanitario y asistencial, su carisma y su imagen, porque pueden influenciar suficiente en la aceptación ciudadana de un mandatario. Esto, por supuesto que no les gusta, más si suponen o imaginan la posibilidad de la reelección. Por eso les apremia llevarlos al desprestigio como sea, pues se niegan a creer en el compromiso de López Obrador de terminar su gestión e irse.
En realidad les aterra el combate a la corrupción e impunidad, además del extravío de privilegios como nunca.
Los embates de los enemigos de López Obrador y Beatriz Gutiérrez, nunca aparecieron en la dimensión que ahora se ven, incluyendo a la pareja presidencial más reciente compuesta por Enrique Peña Nieto y la ex actriz Angélica Rivero, con todo y su Casa Blanca y la supuesta farsa matrimonial.
Podemos ir más atrás con Margarita Zavala, que quiere, por segunda ocasión, ocupar Palacio Nacional. Atrás de ella está Felipe Calderón Hinojosa, de ingrata memoria.
Martha Sahagún, quiso la presidencia manipulando a Vicente Fox, quien jura que apenas su familia tiene para comer.
Nilda Patricia Velasco, esposa de Ernesto Zedillo, fue una figura social.
Cecilia Occelli, esposa de Carlos Salinas de Gortari, tampoco hizo sombra al todavía poderoso político y nadie se metió con ella.
Paloma Cordero, esposa de Miguel de la Madrid, sin pena ni gloria.
Carmen Romano, primera esposa de José López Portillo, muy activa entre escándalos nunca aspiro a más, políticamente hablando.
María Esther Zuno, esposa de Luis Echeverría, fue la primera de la era moderna en negarse a adoptar el título de PRIMERA DAMA, prefiriendo que se le llamara “compañera”. La señora asimiló con orgullo los triunfos, pero también la desgracia política de su marido y la maldición que pareció caer en su familia.
Guadalupe Borja, esposa de Gustavo Díaz Ordaz, muy respetada, con ella se creó el Instituto Nacional de Protección a la Infancia (INPI), del que fue Presidenta.
Eva Sámano, esposa de Adolfo López Mateos, se le bautizó como “Madre Nacional” y “La Maestra de México”. Se hizo acreedora a doctorados honoris causa por la Universidad Femenina de Filipinas y por la Universidad de Florida. Quizá ha sido la pareja presidencial más querida en México.
Beatriz Gutiérrez, sin ostentaciones, simplemente será la encargada del Consejo Honorario de la Coordinación Nacional de Memoria Histórica y Cultural de México, la cual tendrá como objetivo preservar y difundir los tesoros nacionales para la memoria del país.
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