REFLEXIONES
Fue una Navidad amarga para muchos.
A dos años de distancia, han resurgido en las últimas semanas las versiones trilladas de un supuesto atentado en contra de Martha Erika Alonso Hidalgo y su esposo Rafael Moreno Valle Rosas. Esas mentes calenturientas se resisten a aceptar el peritaje de las empresas europeas, norteamericanas y mexicanas que, pasado un año del accidente, dieron a conocer las fallas del helicóptero que lo precipitaron a pique en tierras de Coronango; pero, además, buscan lucrar con la tragedia al acercarse la elección del 6 de junio de 2021, golpeando al Gobernador Miguel Barbosa Huerta y al Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Esas mentes calenturientas no creen en el destino, muchas veces fatal.
Mucho menos aceptan la posibilidad de la justicia divina.
Hay otras versiones enfermas que circulan todavía aseverando que el matrimonio vive en alguna isla paradisiaca disfrutando de lo que despojaron a los poblanos.
Se torció el paso político de Martha Erika, quien apenas cumplía 10 días de Gobernadora de Puebla, luego de ganar unos comicios marcados por el fraude; igualmente, el de Rafael que, siendo Senador, tenía en la mira adueñarse del PAN y luego convertirse, como fuera, en Presidente de la República.
Aquel 24 de diciembre de 2018, comía yo en la Ciudad de México en un restaurante chino en pleno centro histórico. La televisión fue el medio por el que me enteré de la desgracia y se me fue el hambre. No me alegré, a pesar de que yo era uno de los perseguidos por el gobierno morenovallista que había propiciado el cierre de mi periódico ABC Puebla, siguiéndome los pasos en El Heraldo de Puebla donde posteriormente fui contratado como Director.
Nunca pasó por mi mente que Rafael y Martha Erika terminarían su existencia de esa forma. Ni siquiera existió un deseo de esa índole que, finalmente, lastima el alma y la conciencia de sus familias.
Eso sí, fui un férreo crítico de su administración corrupta, de su personalidad soberbia y egocéntrica.
A dos años de aquella tarde que se oscureció de pronto para Rafael, Martha Erika y la tripulación que los acompañaba, las mentes calenturientas a las que me refiero levantan el morbo por consigna.
Creo que siempre habrá dudas sobre lo que pasó, a pesar del peritaje oficial.
Pero de eso a realizar señalamientos temerarios intentando escandalizar sirviendo a intereses políticos o provocados por rencores viscerales, es detestable. Aunque se entiende que son argumentos de baja estofa los únicos que se les ocurren para desprestigiar y aliviar sus penas.