REFLEXIONES
“No me lleves al hospital, tengo miedo porque ya no voy a salir”.
La frase dramática fue de un familiar mío.
El pánico quedó en eso.
Se recuperó y le hice ver que los hospitales no son el cadalso ni una cámara de gases. Aparte de la importancia de llegar a tiempo al sentir los primeros síntomas, la mayoría del personal médico está dedicado a la atención de contagiados, aunque -hay que decirlo- no todos cumplen con su promesa hipocrática, también existen negligencias y quienes piden se les triplique el salario, lucrando con la emergencia sanitaria y la salud pública.
Lo que al principio parecía una tomada de pelo, pasó a la incredulidad y de ahí al terror.
Hay miedo en la mayoría de mexicanos, con la excepción de los valemadristas que dicen que de algo nos tenemos que morir, mostrando una actitud extremadamente egoísta.
Ciudadanos y muchos personajes de la política, artistas, deportistas, médicos y enfermeras han caído vencidos por la pandemia que ni siquiera encontrará un freno contundente con la vacuna que ya se aplica en 30 países del mundo, entre ellos México. El compositor Armando Manzanero, se encuentra en estado crítico, al grado que los despistados han anunciado su muerte, noticia que ha sido desmentida por sus familiares.
Es lamentable el deceso de toda persona, sin duda; no obstante, se fija la atención en figuras públicas. Dos de los últimos casos son el Secretario de Educación del Gobierno de Tlaxcala, Florentino Domínguez y del Jefe de la Oficina del Ejecutivo, Alberto Amador Leal, poblano originario de Huauchinango y con una trayectoria de casi 50 años en el PRI.
Marco Antonio Mena, el mandatario tlaxcalteca, a unos meses de entregar el poder, perdió a dos valiosos colaboradores.
Hay que resaltar que el serrano nunca se atrevió a saltar a otro Partido, a pesar de ser relegado a partir de 2010 en que perdió ante Javier López Zavala el proceso interno por la candidatura al Gobierno del Estado, quien a su vez cayó frente a Rafael Moreno Valle Rosas, empezando el calvario marinista.
Independientemente de su carrera partidista, debo recordar brevemente un episodio que considero trascendente en la vida de Alberto Amador. Se ubica justamente durante su paso por el CISEN como Secretario General. Fue ahí que se le ocurrió recomendar al entonces desconocido Ardelio Vargas Fosado, quien no sabía nada de política, pero le urgía trabajar pues su patrimonio era pobre.
El hecho de ser de Huauchinango y conocer a Alberto le valió el empujón, al igual que Benito Ánimas Arellano, quien actualmente es Delegado de MORENA en Xicotepec donde fue Presidente Municipal, saliendo entre escándalos por acusaciones de malversación de fondos públicos.
Antonio Hernández y Genis, igualmente, desfiló bajo las órdenes de Amador.
Pero, sin duda, quien mejor aprovechó los favores de Amador fue Ardelio, pues se convirtió en Delegado del CISEN en Chiapas. De aquí saltó a Oaxaca, olvidándose de la “lealtad” al Gobierno Federal, entregándose 6 años completos a los servicios del Gobernador Diódoro Carrasco Altamarino, relación que le sirvió para jalarlo a la Secretaría de Gobernación en la administración panista de Rafael Moreno Valle Rosas. Ya para entonces, Ardelio, le había retirado el habla a Alberto Amador, pues le quemaba su priismo y amistad.
Supo Ardelio sacar raja en sus cargos en la Policía Federal Preventiva y como titular del Instituto Nacional de Migración, siendo inmune a los señalamientos de represor de la APPO en Oaxaca; del operativo agresivo que dejó muertos y heridos entre campesinos de Chignahuapan; del famoso caso Atenco; de su compadrazgo con Eduardo Medina Mora que le valió proteccionismo y de la corrupción en la frontera migratoria.
Vaya, ha servido al PRI, al PAN, de nuevo al PRI y ahora a MORENA, afirmándose que en Puebla es el que maneja tras bambalinas la seguridad pública.
Se resalta que Huauchinango tendrá candidato a Diputado federal por el PRD, alejando la tentación a la familia Vargas Fosado y tomando en consideración que hay una alianza del Sol Azteca con el PRI y el PAN.
Por cierto, el CISEN “desapareció”, conformándose el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) que, a decir de los que saben, no es lo mismo, pero es igual.