PAGO PREDIAL ANTICIPADO

LA NUEVA ERA DE LA FISCALÍA GENERAL DE LA REPÚBLICA

Diario ABC Puebla

La llegada de Ernestina Godoy como titular de la Fiscalía General de la República marca el inicio de una etapa decisiva para esta institución federal. Una nueva era caracterizada por la eficiencia, la honestidad y la coordinación estratégica en la lucha contra la delincuencia.

No sorprende que los recientes nombramientos dentro de la FGR recaigan en perfiles cercanos a Omar García Harfuch, actual secretario de Seguridad y Protección Ciudadana. Ambos —tanto Harfuch como la doctora Godoy— representan un bloque de absoluta lealtad a la Presidenta Claudia Sheinbaum, lo que permitirá una comunicación fluida y efectiva entre las áreas que integran el Gabinete de Seguridad. Esta articulación permitirá que la FGR, aun siendo un organismo constitucionalmente autónomo, coadyuve con mayor precisión y resultados tangibles.

Bajo este nuevo esquema de cooperación, el Plan Nacional de Seguridad tendrá mayor fortaleza, y con ello se incrementará la confianza ciudadana en sus instituciones. La trayectoria de Ernestina Godoy así lo respalda: su desempeño como Fiscal General de la Ciudad de México y posteriormente al frente de la Consejería Jurídica del Gobierno de la República la avalan como una funcionaria sólida, profesional y profundamente comprometida con la justicia.

El Senado finalmente se inclinó por su nombramiento como titular de una de las instituciones más importantes del Estado mexicano, una Fiscalía cuyo prestigio fue deteriorado durante los gobiernos prianistas.

Basta recordar episodios que marcaron negativamente a la entonces Procuraduría General de la República. Primero, con Jorge Carpizo y después con Jorge Madrazo, pero especialmente con Antonio Lozano Gracia, procurador panista en el sexenio de Ernesto Zedillo, quien protagonizó uno de los capítulos más bochornosos en la historia de la procuración de justicia al contratar a una vidente, “La Paca”, para localizar los restos de Muñoz Rocha. Aquella escena en el rancho El Encanto —donde únicamente encontraron escombros— derivó incluso en la célebre y tragicómica cumbia del Encanto, símbolo del descrédito institucional.

A ello se suman los montajes y violaciones al debido proceso ocurridos en tiempos más recientes, como los cometidos bajo la gestión de Eduardo Medina Mora, responsable del encarcelamiento injusto de tres mujeres indígenas en Querétaro, acusadas del secuestro de 39 agentes de la AFI. Un año y medio después fueron liberadas al demostrarse las irregularidades del caso. Bajo esa misma administración, la PGR mostró una pasividad inaceptable en la investigación sobre la tragedia de la Guardería ABC.

Y, desde luego, está el caso del tristemente célebre Jesús Murillo Karam, artífice de la llamada “verdad histórica” en torno a la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Hoy se encuentra en prisión, acusado de ordenar actos de tortura para sostener una narrativa que resultó insostenible y profundamente dañina.

Por ello es crucial que la FGR quede en manos firmes, profesionales y éticamente intachables. Y esas manos son las de Ernestina Godoy, cuya capacidad, experiencia y rectitud representan la oportunidad de reconstruir la confianza en la procuración de justicia federal.

Con Godoy al frente del Ministerio Público de la Federación, y con la coordinación estratégica de García Harfuch, México tiene la posibilidad real de alcanzar avances históricos en el combate a la delincuencia.

Enhorabuena por esta nueva etapa.