Luis Enrique Quintero
Durante los últimos años es un riesgo muy alto visitar los hermosos pueblos que conforman la geografía poblana pues podría usted ser confundido y linchado por pobladores que, muchas veces, no castigan al presunto delincuente haciendo justicia con propia mano, sino que así desahogan sus fracasos y múltiples frustraciones.
Uno de los ejemplos más recientes es el escalofriante linchamiento de un hombre de 35 años de edad identificado como Enrique y como empleado de la empresa Megacable, el domingo pasado en el municipio de Tlacotepec de Juárez, en la región de Tehuacán
Manrique estaba conviviendo con otros sujetos con quienes, al calor de las copas, terminaron en riña y escandalizando. Para desgracia del hoy occiso fue retenido por lugareños que presionaron a la policía municipal para que lo encarcelara en la comandancia.
Cuando Manrique creyó que todo quedaría de ese tamaño, en el exterior se corrió la fatídica voz de que se trataba de un peligroso criminal que tenía planeado secuestrar a dos niños, por lo que cientos de pobladores se reunieron y con una patrulla tipo camioneta derribaron una de las bardas de la comandancia para sacarlo y agredirlo en forma sanguinaria.
RESENTIDOS SOCIALES
Sobre la cabeza del infortunado sujeto (rodeado de desquiciados hombres y mujeres) cayeron pesadas piedras del escombro de la misma barda y en el cuerpo sufrió todo tipo de lesiones (patadas, jalones de pelo, piquetes) y finalmente fue rociado de gasolina y quemado cuando, al parecer, ya había muerto.
Estudios realizados por universidades de reconocido prestigio indican que, en la mayoría de este tipo de casos, la multitud no lincha a un presunto delincuente para castigarlo, sino para desahogar todos sus fracasos y frustraciones derivados de conflictos pasionales o sentimentales producto de infidelidades de la pareja. También, problemas económicos, conflictos con los hijos, la enfermedad del alcoholismo, rechazo de la familia y otros factores que los llevan a convertirse en frenéticos resentidos sociales.
Cierta ocasión, una sobrina de este reportero, relató a la familia que el fin de semana anterior, acompañada de su esposo, había visitado un pintoresco pueblo, del que no mencionaros mayores datos, y que ambos la estaban pasando muy bien hasta que a la sobrina se le ocurrió acariciar y comprar una paleta a una niña de esa comunidad.
Afortunadamente se percató de que varias mujeres empezaban a reunirse y a verlos con desconfianza, al tiempo de que hablaban en voz baja. La pareja tomó la mejor decisión de su vida al abordar rápidamente su vehículo y abandonar el lugar, sin que pasara nada más.
ERAN ENCUESTADORES
Los atroces hechos de Tlacotepec nos recuerdan otros no menos condenables como los ocurridos el 21 de octubre de 2015 en el municipio de Ajalpan –sierra negra de Puebla- donde dos hermanos fueron asesinados por cientos de hombres y mujeres que los lincharon.
Abraham y Rey David Copado Molina habían sido confundidos por secuestradores cuando en realidad laboraban para la empresa Marketing Research & Services.