La historia ya la escribí, pero hay que refrescarla para los de corta memoria:
¿Qué tienen que ver Francisco Romero Serrano y Ana Teresa Aranda Orozco?…
En un salón de negocios del hotel Marriot, antes Mesón del Ángel, fui uno de los pocos invitados a escuchar la trama que escenificaban los hermanos Jenkins de Landa, Roberto y Guillermo. El primero, entregado al morenovallismo; el segundo, reclamando haber sido sacado del Patronato de la Fundación Mary Street Jenkins, denunciando que se pretendía hipotecar todos los bienes de la institución y desaparecer el dinero en paraísos fiscales (720 millones de dólares).
El asunto, en la actualidad, parece, “duerme el sueño de los justos”.
Inició en 2014 y se desató con toda la fuerza en 2016, agudizándose con la muerte de Guillermo Jenkins Astead.
Fue mucha la información publicada en la que se vieron involucrados Rafael Moreno Valle, Luis Ernesto Derbez y Antonio Gali Fayad, entre otros oscuros personajes. Roberto Jenkins de Landa, buscó su protección y la tuvo, siendo uno de los grandes beneficiarios.
La ruta que siguieron los supuestos defraudadores quedó documentada: En 2014 donaron el patrimonio de la Fundación Jenkins a otra de nombre Bienestar de Filantropía, ubicada en Aguascalientes, llevándose 720 millones de dólares a Barbados. Posteriormente, en 2015, la llevaron a Panamá, donde le cambiaron el nombre: Fundación para el Desarrollo Latinoamericano.
Así quedaría sintetizado, únicamente para recordar que en una de las últimas reuniones en el Marriot, el único Periodista convocado fui yo. Llegué para saludar al Abogado Carlos Serna y saber el caminar del proceso. Grande fue mi sorpresa al ver sentados a Francisco Romero Serrano y Ana Teresa Aranda Orozco, presuntuosos de la amistad que los liga. Uno, en ese entonces, al frente del COE y fiel al PRI del que ahora reniega; la señora, había renunciado al PAN y buscaba la gubernatura por la vía independiente sin posibilidad alguna de éxito.
Al Abogado Serna, casi al final de la reunión, se le agriaron los chilaquiles con la propuesta de Romero Serrano y Ana Teresa, consistente en destinarles 5 millones de pesos en efectivo para hacer del escándalo Jenkins la campaña de la panista, no para ganar la elección, sino para desprestigiar a Moreno Valle y Tony Gali el sucesor.
La respuesta fue ¡NO!
El chantaje fracasó.
Ana Teresa se acercó a Gali, siendo ya Gobernador, acordando una tregua. Nunca se atrevió a cuestionarlo; fue buena la negociación.
Romero Serrano, terminó su gestión en el COE y armó su propia organización empresarial, buscando el apoyo de Rodrigo Abdala Dartigues, ahora Delegado Especial de MORENA en Puebla, para acercarse al morenismo y desconocer al Revolucionario Institucional.
Francisco Romero y Rodrigo Abdala, terminaron por aliarse y apoyar con todo la candidatura interna morenista del Senador Alejandro Armenta Mier. Nunca esperaron que Miguel Barbosa fuera el elegido y menos que hoy sea Gobernador.
A pesar de esto, Romero Serrano, compite por ser designado Auditor Superior del Estado, intentando convencer a los Diputados de ser el hombre idóneo por su “honorabilidad” y “capacidad”. Al mismo tiempo, apalabró a sus voceros para que rieguen propaganda que lo enaltezca, entre ellos a uno de su misma calaña: Arturo Rueda, el “administrador de reputaciones”, a través del periódico Cambio.
Un chantajista para otro chantajista.
Las promesas son recíprocas.
Romero y Rueda, hechos el uno para el otro.
Mientras, Ana Teresa Aranda, se volvió a vestir de azul para combatir al Gobernador Miguel Barbosa, al Presidente Andrés Manuel López Obrador y al proyecto de la Cuarta Transformación.
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