La salud mental se ha convertido en uno de los mayores desafíos globales, pues más de mil millones de personas viven con algún trastorno mental, de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los diagnósticos más frecuentes son depresión y ansiedad, padecimientos que afectan la calidad de vida y que, en muchos casos, limitan la capacidad de estudiar, trabajar o mantener relaciones sociales.
El organismo internacional advierte que los problemas de salud mental representan casi el 10 por ciento de la carga global de enfermedades y una cuarta parte de la carga de enfermedades no fatales. Además, estima que una de cada ocho personas en el mundo padece algún trastorno de este tipo.
En la población adolescente, la situación es especialmente preocupante: uno de cada siete jóvenes entre 10 y 19 años experimenta un trastorno mental. En este grupo de edad, el suicidio es la tercera causa de muerte, lo que refleja la urgencia de reforzar políticas públicas de prevención y atención.
La OMS también advierte que, pese a la magnitud del problema, el gasto público destinado a salud mental sigue siendo bajo: en promedio, los países destinan solo 2 por ciento de sus presupuestos de salud a este rubro. A ello se suma la falta de personal especializado, pues en el mundo solo existen 13 profesionales de salud mental por cada 100 mil habitantes, con un déficit más marcado en países de ingresos bajos y medios.
Expertos señalan que la salud mental debe entenderse no solo como ausencia de enfermedad, sino como un estado de bienestar emocional, que implica la capacidad de manejar el estrés cotidiano, mantener vínculos sociales y desarrollar actividades significativas.
La OMS llama a los gobiernos a ampliar y fortalecer los servicios de atención, reducir el estigma y garantizar que las personas con trastornos mentales reciban el mismo nivel de apoyo que quienes enfrentan enfermedades físicas.
Diario ABC Puebla