El senador Alejandro Armenta ha sido claro en su aliento al respeto y la unidad; en su mensaje de conciliación con los que aspiraron a la coordinación estatal de la defensa de la cuarta transformación; en dejar que se acerquen los que quieran participar en la revolución de las conciencias y en que nadie carga con antecedentes pecaminosos ajenos por el hecho de saludar o tomarse una fotografía.
Creo que no hay dudas al respecto.
Sin embargo, no se debe confundir la absoluta buena voluntad de Armenta de caminar juntos rumbo a la elección de 2024, con ingenuidad; y menos pensar que la conciliación significa tapar impunidad o aceptar la traición como algo cotidiano.
Son muchos los políticos, empresarios y periodistas de diferentes corrientes e ideologías que se han acercado al armentismo sin mayores problemas, aunque provoquen cuchicheos, extrañeza y hasta malestar. La historia de cada uno hablará; sus deseos de cambio, también.
Aquí surge la figura oscura de Jacinto Herrera Serrallonga, fichaje reciente en el equipo de Ignacio Mier Velazco, el diputado que recibirá una curul como regalo navideño en el Senado de la República.
Es cuando se desvirtúa la sana intención de conciliar intereses y de no cargar con historias truculentas de corrupción. A Ignacio Mier no le interesa nada, finge aceptar su realidad y que está conforme. La prueba de esta aseveración es Jacinto Herrera, porque representa la traición desde 2010, pues siendo priista se entregó a los brazos de Rafael Moreno Valle Rosas, convirtiéndose en 2011 en director de Ingresos de la Secretaría de Finanzas, quedando bajo las órdenes de Roberto Moya Clemente, otro pájaro de cuenta que agarró fuero.
No tardó Herrera Serrallonga en ocupar la titularidad del Instituto Estatal Electoral, a pesar de su incapacidad, manejando las elecciones de 2016 que ganó Antonio Gali Fayad, sucesor de Moreno Valle y luego, en 2018, el escandaloso “fraude” que le dio el triunfo a Martha Erika Alonso Hidalgo sobre Miguel Barbosa, a pesar de la tormenta que se desató en Puebla, atrayendo el resultado de los comicios el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. De nada valieron las pruebas del robo de urnas, del “embarazo” de las mismas, de la ratonera encontrada en el Grand Hotel MM, de las balaceras en municipios.
El cómplice del morenovallismo fue Jacinto Herrera Serrallonga, quien tuvo que renunciar en 2019 cuando vio que todo estaba perdido.
El pasado domingo se anunció su reaparición, no podía ser de otra forma, bajo el resguardo del protector de delincuentes Ignacio Mier Velazco.
POSDATA: En la conciliación, creo, no entran los pillos ni delincuentes. Es una verdad de Perogrullo. Habrá que empezar a contarlos.
POSDATA 2: Mier Velazco, negoció el Estado engañando y tiene que pagar facturas, aparte de lo que quedó a deber otro innombrable, Fernando Manzanilla Prieto.
POSDATA 3: La decencia política no es plurinominal.
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