No me refiero a Ebrard; nada que ver el excanciller en esta ocasión.
Pero sí a Marcelo García Almaguer, quien fuera una de las piezas fundamentales en el manejo de la comunicación y la guerra cibernética a favor de Rafael Moreno Valle Rosas, desde que ambos alimentaron su amistad demasiado cercana en su paso por la secretaría de finanzas durante el melquiadismo, para luego ganar la gubernatura de Puebla en 2010 que creyeron suya hasta el final de los tiempos.
La tragedia del 24 de diciembre de 2018 dejó en la orfandad política a muchos; otros más se recuperaron y se ausentaron del escenario esperando la oportunidad de reaparecer.
Los detectives no tardaron en ubicar a Marcelo y reportaron que empezó a coquetear por aquí y por allá, prometiendo que el milagro de la redención había tocado su corazón.
Le cerró el ojo a uno; le cerró el ojo a otro; y eligió a un tercero. Los tres con posibilidades de ganar la coordinación estatal de Puebla para la defensa de la cuarta transformación, en una extraña metamorfosis sabiendo que fue priista, panista, perredista y morenovallista a morir.
Cuando le apuestas a tres cartas no fallas; el problema viene cuando te sorprenden y te mandan al carajo cargando la maleta de la traición.
Marcelo, fijó su mirada. Parecía que la sensatez lo había iluminado y que sería una de las pocas ocasiones en que iba a jugar limpio.
No tardó en saberse que una llamada de Fernando Manzanilla Prieto le hizo cambiar de opinión, aceptando reunirse con Ignacio Mier Velasco, fichar con él y empezar la guerra con sus granjas de bots (plataformas en redes sociales) en contra de Alejandro Armenta y Julio Huerta.
El tenebroso Manzanilla, cuñado de Rafael Moreno Valle Rosas; cavador de hoyos financieros siendo subsecretario de finanzas; compañero y amigo entrañable de García Almaguer y del defraudador Eduardo Tovilla Lara, no batalló mucho para incrustar a Marcelo con Nacho Mier, con la promesa falsa de que volverá al poder agarrado de su mano.
El morenovallismo repudiado por los poblanos que combatió a Morena, al presidente Andrés Manuel López Obrador y a la cuarta transformación, es el pilar que sostiene a Ignacio Mier Velasco, conocido como el protector de delincuentes.
POSDATA: Cuando hablo del coqueteo de Marcelo, me refiero al escenario político, nada que ver con los tropiezos en su vida personal, asunto suyo que se debe respetar.
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