¿Quiénes son los funcionarios y ex funcionarios de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), que acechan desde la oscuridad, traman y conspiran contra el gobierno de la autollamada Cuarta Transformación para que fracase en su intentona de éxito en Puebla en la elección de 2024?
Para aquellos -algunos trabajan en la Ciudad de México- que fueron cercanos a Enrique Agüera Ibáñez y Alfonso Esparza Ortiz, la excepción que los haría cambiar en su comportamiento y percepción es que el candidato a suceder a Miguel Barbosa Huerta sea Ignacio Mier Velazco o Beatriz Gutiérrez Müller y, en el último de los casos, Eduardo Rivera Pérez, quien sigue los mismos pasos de Rafael Moreno Valle Rosas, a pesar de que siempre lo humilló hasta hacerlo sentir eunuco.
Estarían felices de que el morenovallismo retornara, a pesar de ir en contra de la lógica política “buapachosa”.
Y si de plano ninguno de los citados cuajara, total, que sea alguien de la familia de los Méndez Cabrera, no importa que el heredero -David- de tan conspicuos apellidos haya sido renunciado de la administración barbosista entre acusaciones de traición y corrupción.
Inaudito es el “erudito” razonamiento de ese grupo de universitarios que manejan la política dentro de la institución.
Pregunto: ¿Lo sabe la Rectora Lilia Cedillo Ramírez?
¿Es omisa?
¿O les permite actuar mientras ella se dedica a la academia, la investigación y promover el deporte universitario?
Creo que ese grupúsculo de universitarios se niega a razonar que Mier Velazco es un impresentable protector de delincuentes que gusta de violentar la legalidad. Falto de honestidad civil y política, en estos momentos se promociona ilegalmente en espectaculares simulando que obedece a su cuarto informe de labores como legislador federal, cuando nunca lo hizo en tres años anteriores porque no tiene logros que informar. Es un Diputado plurinominal que no lo quieren ni en su pueblo Tecamachalco.
Sobre la señora Beatriz Gutiérrez Müller, tampoco tienen tiempo de analizar que no vive en Puebla desde hace varias décadas; que sería vista como una vil imposición de su esposo Andrés Manuel López Obrador, quien, por cierto, siempre fustigó que un gobernante intentara transferir el poder a sus familiares. Eso es burdo e indecente, es lo menos que llegó a decir.
Ni hablar de los Méndez, cegados por el sentimiento de venganza de haber sido relegados por su propia ambición.
Y Lalo Rivera, cercado por el morenovallismo; por el Yunque, ala radical panista; por el perredismo trasnochado y una parte del PRI del títere Néstor Camarillo, manejado al antojo de Ignacio Mier Velazco y su socio embozado; Javier Casique Zárate y la bendición de “Alito” Moreno. Hay algunos que aseguran que el Diputado Jorge Estefan Chidiac es la mano que mece la cuna entre el priismo. Yo, dudo lo de Charbel, a pesar de que tiene ambiciones legítimas como cualquiera.
El alcalde poblano no aprendió lo que no se debe hacer en política: Copia las malas artes de Moreno Valle Rosas; compras conciencias; multiplica dinero cobrando más impuestos a los ciudadanos; pavimenta calles, obra cumbre de su primer trienio que fue un desastre.
No obstante, el grupúsculo de la BUAP persiste en su necedad.
Si no atina usted a saber de los universitarios a los que me refiero, consulte la ouija; no le dirá la verdad, pero se divertirá si logra contactar de chiripa a un espíritu chocarrero.