Hoy, se convierte en Gobernador Constitucional de Puebla.
Un sueño anhelado.
Hace su aparición con una enorme responsabilidad.
No será fácil.
Tiene muchos enemigos.
A su alrededor muchos oportunistas.
Pero también gente que ha creído en él y en la transformación.
Es Miguel Barbosa.
Es su era.
Son los nuevos tiempos.
No es retórica.
Es la verdad.
Se abren las expectativas.
Representa la esperanza.
Desde ya implantó la innovación presentando por goteo a su equipo de primer nivel, restando el reforzamiento en todas las áreas.
Retos hay muchos para combatir: Corrupción, impunidad, inseguridad, desempleo, injusticia. Estos cinco rubros enormes, si es capaz de aminorarlos, representarán su triunfo.
Sus detractores hacen una apuesta temeraria sobre la consumación de su administración o un fracaso anticipado. Así lo dicen, aunque con temor de ser escuchados.
Yo, personalmente, espero su éxito, basado en su capacidad política, experiencia, talento y convicción a prueba de gérmenes.
Y esto tiene que ver con su propio desempeño y toma de decisiones, pero también con el peso de su equipo de colaboradores, consejeros y lealtades, componentes que están por encima de su toma de posesión y de los testigos de la consumación, en su primera etapa, de una odisea política digna de novela.
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