Por: Diego Santacruz
Se recibe a refugiados afganos, argumentándose que México es un país hospitalario que tiene las puertas abiertas, mientras la policía aduanal y la Guardia Nacional reprime a centroamericanos y haitianos migrantes.
Se da asilo político a Evo Morales con sus aires de dictador, luego de gobernar Bolivia por 14 años, diseminando la versión de la hospitalidad mexicana y su respeto a los derechos humanos.
Representantes del gobierno venezolano y su oposición se reúnen en México para llegar a acuerdos de paz. Nuevamente la nación es vista como una posición estratégica para dirimir diferencias, aunque en su territorio se registra actualmente una fuerte escisión política y social.
Las cosas parecieron caminar mejor entre el gobierno mexicano y el de Estados Unidos capitaneado por Donald Trump, aunque esta posibilidad se niegue, palpitando los desacuerdos en la era de Joe Biden.
Llegó El Vox con su Presidente Santiago Abascal, Partido español fundado en 2013, señalado de ser ultraderechista, pero con una amplia aceptación en la península ibérica por su defensa a la integración de la familia, la preservación de sus valores y el rechazo al aborto. Sus anfitriones fueron el PAN y el PRI.
El gobierno de la llamada Cuarta Transformación y su oposición que encabezan el PRI, PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, defienden cada uno sus posturas y lo ven como un avance de la política globalizadora, ondeando sus banderas del nacionalismo y del anticomunismo, pero ante los ojos de la República se erigen como faroles de la calle y oscuridad de su casa.