Para qué necear en la defensa o descalificación de la consulta.
El fanatismo ondea en ambas facetas.
Que si fue un fracaso.
Que el SÍ ganó rotundamente.
Que fue ridículo el porcentaje de votantes que apenas rebasó los 6 millones de 93.5 millones del padrón electoral.
Que se hizo para arremeter otra vez contra el INE y los Consejeros Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, buscando eliminarlos del mapa político.
Que la raquítica votación superó lo alcanzado por varios Partidos políticos en la elección del 6 de junio pasado.
Que el resultado no es vinculatorio y que será el Presidente López Obrador el que le dé la valía que requiere.
Y así podríamos ir citando las ocurrencias de acuerdo a la proclividad de los que se atreven a emitir una opinión con o sin razón.
En lo personal he citado que la aplicación de la justicia, de acuerdo a las leyes que nos rigen, no está sujeta a consulta ni negociación. Existe la Constitución en un país de instituciones.
Para qué gastar 500 millones de pesos en un ejercicio previsiblemente malogrado, aunque represente un avance en la democracia pañalera mexicana.
Más allá de la consulta, lo sensato es que, si hay pruebas, la justicia debe caer sobre los corruptos, no sólo en los ex Presidentes de la República Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, sino también en todos los Gobernadores, Alcaldes y ex funcionarios que han defraudado a la nación. Los casos se cuentan por cientos amparados en la impunidad.
Las organizaciones del PAN, PRI, PRD, Movimiento Ciudadano, PSI, PANAL, los desaparecidos PES, Redes Sociales Progresistas y Fuerza por México, incluyendo a MORENA, están involucradas.
Es una obligación abrir investigaciones y actuar en consecuencia de los resultados.
Creo que casi todos estamos de acuerdo en sacar de la canasta las manzanas podridas.
Ya que se convocó a una consulta con una pregunta ambigua que fraguó la Suprema Corte de Justicia de la Nación, lo indicado es perfeccionar los ejercicios subsecuentes.
Y si existe plena convicción gubernamental de que el pueblo pone y quita, además de la seguridad de que el pueblo no se equivoca, es conveniente que todas las acciones que afecten a los ciudadanos mexicanos pasen por el mismo tamiz de la consulta, el plebiscito o referéndum, porque hasta el momento no ha sido así con las iniciativas presidenciales en obras y reformas de trascendencia.
Viene la revocación de mandato y la intención de elaborar una nueva Constitución, entre otras tantas iniciativas.
Que responda el pueblo sabio.
directorabcd_reflexiones@yahoo.com.mx