REFLEXIONES
Habrá “muertos, heridos y desaparecidos” en los comicios próximos.
Es una manera coloquial de plasmar lo que se avecina.
La lucha por el poder es el eterno dilema.
El pronóstico no es nuevo, simplemente es recordarlo: La envidia envenena y mata. Esto es lo que he citado que sucede nuevamente con antelación a la elección del próximo 6 de junio, a pesar de que apenas han arrancado precampañas los Partidos políticos y se aprestan a la guerra intensa de descalificaciones en aras de ganar más de 21 mil cargos de elección popular.
Durante 70 años de hegemonía priista sucedía lo mismo cuando ni siquiera tenía enfrente oposición. Los destrozos eran internos; sabían los grupos que ganar la negociación como sea o imponer la intriga palaciega, era garantía de ser Presidente de la República, Gobernador, Alcalde, Diputado o Senador.
Desde que Carlos Salinas de Gortari empezó a repartir gubernaturas en base a la trampa, justificándose en una democracia mentirosa, la oposición al PRI creció y, ahora, la competencia radica en una docena de Partidos que, en su mayoría, no sirven para un carajo.
Esa envidia que envenena y mata, prevalece.
Si asoma la cabeza Andrés Manuel López Obrador, es objeto de la diatriba.
Si aparece el Gobernador Miguel Barbosa en escena, la descalificación se vuelve brutal.
Si Alejandro Armenta Mier comparte su proyecto y habla de unidad, dicen que conspira.
Si Gabriel Biestro Medinilla hace públicas sus aspiraciones, lo denigran para borrar sus intenciones.
Si Enrique Doger Guerrero, quiere ser otra vez Alcalde, lo tachan de ser el nuevo cacique priista.
Si Eduardo Rivera Pérez exige la candidatura del PAN a la Presidencia Municipal, es señalado de morenovallista hipócrita.
Si Claudia Rivera Vivanco piensa en reelegirse, la crucifican porque las calificadoras la colocan como la peor Alcaldesa del país.
Si José Chedraui Budib levanta la mano, lo pintan como dos caras, sin trayectoria y oportunista.
Si Alberto Jiménez Merino, reitera su intención de participar, lo enmarcan como un político gris, en lugar de desearle que venza al virus de la pandemia que arrasa a la humanidad.
Si José Luis Sánchez Solá eligió inscribirse para participar, le recomiendan que se vaya al estadio Cuauhtémoc a hacer campaña en los vestidores.
Podríamos irnos con docenas de nombres que son denigrados por encima de sus cualidades. Es la forma de ganar una candidatura o un espacio en la burocracia dorada.
Ni se diga de nosotros los Periodistas. Somos los amos, al menos en Puebla, del celo profesional; de la censura al propio gremio. La división y la repulsa entre grupos ha sido el alimento diario durante decenios. Hay quienes no soportan que uno destaque sobre el otro; la intriga es parte de la esencia para desbancar al odiado rival. Pocos se salvan y pocos son los que pueden presumir de un verdadero profesionalismo y trayectoria reconocida.
Lamentablemente, hay puñados de oportunistas que se dicen Periodistas que caminan sobre la cuerda de la ineptitud, la extorsión y la mentira. No cuesta trabajo identificarlos y, sin embargo, hay mentes perversas que los utilizan a cambio de unos pesos para golpear al enemigo.
Y hay que ver cuando se ven unos a otros: Se saludan, sonríen y se desean lo mejor.
La hipocresía andando entre políticos y Periodistas, entrelazados muchas veces por intereses comunes. Reitero: Hay excepciones, por fortuna.
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