REFLEXIONES
Es difícil la transición de un régimen a otro.
Esto no implica una simple entrega de la banda presidencial o de una alternancia “democráticamente” programada o de un “QUÍTATE TÚ PARA PONERME YO”. El fenómeno lleva implícita la voluntad absoluta de renovar la forma de gobernar, cobrando una gran dimensión si se ofrece desterrar la corrupción e impunidad, como ha prometido la llamada Cuarta Transformación.
Pero, ¿cómo creer en el verdadero cambio desde la Presidencia de la República hasta los Gobernadores, Diputados, Senadores y la burocracia en todos sus niveles?
Para erradicar la corrupción se tendría que fumigar la política de corruptos y, hasta el momento, eso no ha sucedido ni se ve que vaya a suceder. Hay muchos hombres y mujeres ligados a la descomposición que siguen ocupando cargos o ya están en una precampaña abierta decididos a convertirse en los servidores públicos que habrán de cambiar el destino de la jodida sociedad.
En Puebla, para no ir muy lejos, sobreviven docenas de empresarios, políticos, ex funcionarios de administraciones pasadas y hasta Periodistas que desviaron recursos o robaron; vendieron tierras ajenas o se apropiaron de inmuebles; recibieron concesiones, moches y cavaron hoyos financieros.
Unos ya se refugiaron en nuevos Partidos o reforzaron a los ya existentes; otros se aliaron a los que no comulgan con el nuevo gobierno y unos más ocupan posiciones a pesar de tener un historial más negro que el carbón.
¿Los corruptos que todos conocemos pidieron perdón y han sido premiados?
¿Ante la falta de estructura política se agarra a cualquiera?
¿Se castiga a los que no se doblegan?
¿Irse o callar es suficiente para quedar impunes?
¿Cuál es la realidad?
Hay tendencia a pensar que el cambio es un disfraz que desembocará en frustración, viviendo más de lo mismo.
Ojalá y no sea así, porque únicamente quedaría lo de siempre: ¡La esperanza!, aderezada con mentadas de madre que no resuelven nada.
Francisco I. Madero, nunca entendió que tenía la obligación de limpiar el ejército de porfiristas, por el contrario, le dio el mando al “Chacal” Victoriano Huerta. El final es sabido y el drama revolucionario de odios, diferencias y discriminación, continúa.
directorabcd_reflexiones@yahoo.com.mx