Alberto Jiménez Merino
Director Centro de Innovaciones Agroalimentarias
y Tecnológicas (CIAT) Puebla
No existe en México un catálogo actualizado y priorizado de los problemas nacionales, estatales ni municipales. Menos aún se tiene la cuantificación de recursos necesarios para resolver las principales necesidades, no hay plazos para acabar con la problemática que nos aqueja.
Sólo ha existido la ilusión de transformar la realidad en 3 o 6 años que duran las administraciones y legislaturas, aunque esto sólo se reduzca a cancelar sin conocer, ni evaluar lo realizado previamente. Echar culpas y perseguir antecesores, es una práctica muy común.
Lo anterior es una ilusión porque técnicamente es imposible hacer algo trascendente dentro de los plazos actuales de los gobiernos. Muy difícil es para los municipios en donde el primer año es aprendizaje, el segundo ejecución de proyectos y el tercero preparar la salida.
Los procesos de transformación reales, requieren de 5 a 10 años de trabajo y atención continua de los problemas para ver los resultados. Unos deben sembrar y permitir que, sin egoísmos, otros cosechen. Pero todos quieren la gloria durante su responsabilidad.
Esto significa que serán necesarios dos o tres sexenios para resolver muchos de los problemas, implementando políticas y trabajando de manera continua. Es tiempo de poner plazos a la solución de los problemas que más lastiman a la sociedad y ponen en riesgo a las futuras generaciones.
Preparar líderes y recursos humanos, campeones mundiales, sembrar bosques, limpiar los ríos, tener ciudades limpias y seguras, producir nuestros alimentos, asegurar el abasto de agua y energía, prevenir las enfermedades, eliminar la pobreza, la desigualdad y la contaminación ambiental, no son tareas de un solo periodo gubernamental.
¡Roma no se hizo en un día!
Sajonia, uno de los estados federados de Alemania, necesitó 40 años para tener ciudades limpias.
Cuántos y cuáles problemas tenemos, cuáles son los principales, en qué tiempo se pueden resolver, cuánto se requiere y en cuántas etapas. Cuánto podemos avanzar en un periodo de gobierno y qué deben hacer los que siguen. Puede parecer una carta a los Reyes Magos, pero son preguntas necesarias para actuar.
Con excepción de las metas de desarrollo sostenible, establecidas al 2030 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y adoptadas por el gobierno, no veo más plazos a la solución de los problemas nacionales.
En México no hay un problema que tenga plazo para resolverse: ni la pobreza ni la desigualdad, el tratamiento de aguas residuales, los embarazos en adolescentes, el abasto sustentable de agua, el manejo de residuos sólidos, la recuperación de los bosques, la obesidad y lo que más lastima a los mexicanos, la inseguridad pública.
Se ha abandonado la planeación, la que se hace desde abajo, escuchando a los ciudadanos, la que permite establecer políticas públicas, la que elimina ocurrencias, caprichos y modas sexenales. Hoy sabemos que hay dos versiones del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2024, sin estar seguros los ciudadanos de cuál se está aplicando.
Y, los presupuestos que mucho tiempo tuvieron la mecánica de lo asignado, lo ejercido y el porcentaje de inflación para definir el siguiente, hoy no tienen ninguna lógica. El presente presupuesto 2019 se distingue por un gran subejercicio superior a 140 mil millones de pesos que el ejecutivo federal clasifica como ahorro. Tan sólo en el municipio de Puebla rebasa los mil millones de pesos, y las necesidades de la población siguen creciendo.
El subejercicio del presupuesto es un freno muy sensible a la economía al no haber dinero circulante, recrudece la pobreza y aumenta la inseguridad como hemos podido comprobar en los últimos meses. Al margen de que sea una herencia de anteriores gobiernos, ya es tiempo de que los nuevos hagan su parte.
Y con relación a la propuesta presupuestal 2020, uno no se explica cómo justificar reducciones a sectores tan importantes y dinámicos como el agroalimentario que, de 86 mil millones de pesos en 2018, quedó en 65 mil millones en 2019 y va con 46 mil millones en 2020.
La banca social, en donde están los Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura en el Banco de México (FIRA), la Financiera Nacional de Desarrollo (FND) y el Fondo de Capitalización e Inversión Rural (FOCIR), va con una propuesta en ceros. Ojalá los diputados se apliquen para mejorar las asignaciones.
Al parecer no hay planeación, no hay recursos, no hay voluntad de atender los principales problemas y necesidades, o las tres cosas.