Alberto Jiménez Merino
Director Centro de Innovaciones Agroalimentarias
y Tecnológicas (CIAT) Puebla
Cada sexenio los gobiernos proponen el desarrollo regional como objetivo, y siempre se han quedado en el puro intento. Por aquí cerquita, en el estado de Puebla, se planteó la ciudad rural o la ciudad modelo. Algunas veces les llaman polos de desarrollo. Ha sido s6olo discurso político sin sustento, cargado de buenos deseos.
El desarrollo regional en mucho depende de iniciativas privadas, aprovechando potenciales y atendiendo necesidades reales para que tengan éxito, con el gobierno como facilitador. Cuando se desconoce la realidad y se imponen proyectos que la gente no siente suyos, que no los ha pedido, no puede crearse ningún compromiso y el fracaso es seguro.
La coordinación de funcionarios al interior de una dependencia sigue siendo un gran anhelo, parcialmente logrado, entre dependencias del mismo nivel, es una ilusión; pero entre órdenes de gobierno sólo depende de la experiencia y la voluntad de los actores políticos. Todo se agrava por el alto nivel de rotación de funcionarios.
No estoy hablando de lo que estamos viviendo. Esta realidad es añeja e inherente a todas las opciones políticas, creo que por falta de experiencia, prejuicios, rencores y escaso manejo de emociones, hoy se nota más, pero no es privativo de partido alguno.
El desarrollo de un país no depende de sus recursos naturales sino de lo que le permiten sus leyes, sentenció A. Olsen hace algunos años. Y las leyes mexicanas, que dieron origen a las distintas dependencias, están hechas por sectores. Cada una con sus reglas, no siempre compatibles para apoyar proyectos integrales o regionales.
Así vemos a la dependencia de la ciencia, la del agua, la del medio ambiente, la de la agricultura. Muy recientemente nos ha dado por hacer una ley por cada cultivo. Cada estado tiene su código civil o penal. Hace varios años teníamos el problema de que el robo de colmenas no se podía castigar porque no estaba en el código penal de Puebla.
Mucho tiempo vimos discusiones sobre a quién le correspondía atender determinado problema, y ya no digamos de la tendencia tan arraigada al futurismo, a competir entre funcionarios por el siguiente cargo, muchas veces sin ninguna posibilidad.
Los apoyos en el sector agroalimentario, por ejemplo, siempre han sido insuficientes, inoportunos y desarticulados. No permiten consolidar proyectos porque estos deben ser nuevos. No tienen una lógica de unidad productiva mínima rentable. Se trata de darle algo a la mayoría de personas sin considerar si les sirve. Las áreas normativas espantan, asfixian e inmovilizan a las operativas en lugar de ayudar a resolver.
El gobierno ha hecho mal lo que los campesinos hacen bien, y no ha hecho lo que los campesinos no pueden hacer. En estos y muchos apoyos del gobierno, lo electorero ha estado presente. Ahora la 4t es otra cosa. Todavía peor.
En el pasado, una dependencia hizo las presas para almacenar el agua. Una diferente debía desarrollar el programa de riego, otra el de cultivo, otra la organización de la gente, otra más debía dar el apoyo financiero, alguien debía articular los servicios técnicos, la comercialización de los productos obtenidos. Pero eso no ocurrió, la gente envejeció, sus hijos emigraron y la ilusión de progreso se perdió.
El desarrollo regional es impensable si no hay ciudadanos, preferentemente, organizados, que quieran hacer algo y se pongan al frente de un proyecto específico; que tengan identificadas las necesidades y estén dispuestos a dedicar tiempo a su aspiración.
No puede haber desarrollo regional si no hay líderes preparados para guiar y canalizar los anhelos de la gente, fortalecer su estima y acrecentar su ánimo por salir adelante; si no hay proyectos definidos viables, coordinación institucional y apoyos gubernamentales básicos; si no hay empresarios que inviertan en los procesos productivos; si no hay quienes compren los productos o servicios; si no hay la voluntad de hacer algo más allá que administrar y cumplir los sexenios.
Desde 1991 hemos vivido el crecimiento de proyectos, desde sus inicios, en sectores como la agricultura en invernaderos, el mezcal, la jamaica, el bambú, la pitahaya, los pinos de navidad, el riego tecnificado, el desarrollo de la ganadería con praderas, genética e infraestructura.
Se introdujo el concepto de huertos y granjas familiares, por primera vez se adoptó la estrategia de integrar y desarrollar cadenas productivas, la agricultura por contrato, el pacto de la tortilla y convenios de cooperación internacional. También se impulsó la captación de agua, el entubamiento de presas, la captación de lluvia en casas, el bombeo solar de agua potable, la recarga de acuíferos y el tratamiento con reúso de aguas residuales.
Con congruencia, seguimos trabajando con los poblanos. Nos hemos echado a cuestas, de manera personal, apoyar el desarrollo regional con diversos proyectos que ya están en marcha. El #ProyectoHortícolaPuebla2020 y la #FormacióndeJóvenesLíderesParaElDesarrollo son sólo dos ejemplos de lo que seguimos haciendo para hacer realidad el desarrollo regional de Puebla y de México.