La decisión personal de apoyar desde mi trinchera a la lucha de Luis Miguel Barbosa Huerta, primero en su espinoso camino de lograr la candidatura de MORENA y luego en el trayecto de ganar la gubernatura de Puebla, con todas las vicisitudes que se presentaron, muchas de ellas creadas por sus enemigos que han querido verlo rendido y fuera de la arena política, ha sido plenamente consciente de lo que implica.
Siempre he creído como ser humano y periodista que, por simple razonamiento lógico, a todos conviene tener un buen Gobernador, bajo la premisa de ayudar a gobernar, pero no bajo la crítica febril traducida en “dame y no te pego” o el elogio abyecto creyendo que así se endulza el oído para conseguir canonjías, sino mediante el señalamiento sensato, justo y duro de errores que se pueden corregir o del reconocimiento abierto de lo que se hace bien y merece ser impulsado en aras del bienestar social.
Miguel Barbosa, está a una horas de rendir protesta como Gobernador Constitucional, abriendo enormes expectativas y la esperanza de una transformación verdadera.
Encontrará obstáculos enormes, conspiraciones, boicots, pero creo que tiene la fortaleza, sensibilidad, experiencia e inteligencia para salir airoso. No será fácil ante el monstruo morenovallista que se resiste a renunciar al poder y al cúmulo de intereses que pisará.
Es cierto, aún no toma posesión y ya son dos virtuales funcionarios los que, por motivos personales, desisten de formar parte de su Gabinete. Uno el de Seguridad Pública, que ya tiene relevo; otro, el Doctor Guillermo Ruiz Arguelles, en la Secretaría de Salud, también encontrará sustituto. Esto, no indica un mal augurio, sólo que es parte de un cambio de administración profunda con todos sus imponderables.
Barbosa, enfrenta desde hace tiempo el cúmulo de intereses creados y a mafiosos que defienden sus oscuros intereses; sin embargo, cuenta con un equipo fuerte que ha demostrado valor y entereza hasta en las horas más aciagas, empezando por su esposa Rosario. Y, por supuesto, caminará de la mano del Presidente Andrés Manuel López Obrador, lo que no implica intromisión que altere la soberanía del Estado poblano.
Corrupción, impunidad e inseguridad, son tres problemas de gran envergadura que habrá de sortear de entrada Miguel Barbosa. Si logra enfilar la nave por la ruta correcta en sus primeros 100 días, empezará a gestarse un sexenio que impactará en el país, tomando en consideración la incertidumbre y miedo que prevalece.
Como hombre y Periodista, creo en la necesidad de un buen gobierno.
Es tiempo de apoyar.
También de no tapar lo que hace daño.
Puebla, está frente a la oportunidad de crear una nueva historia que corresponde a todos, no sólo a la autoridad.
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