*La pandemia del coronavirus terminó por cambiar la moda.
Por Raúl Torres Salmerón
De hecho, muchos hombres, en su vestir ya habían desechado la corbata de la indumentaria del traje de vestir. Incluso hasta los zapatos tenis se incorporaban, junto con sacos llamados sport con pantalones de mezclilla.
Los hombres más elegantes compensaban, como ahora, la corbata con un pañuelo de seda en la bolsa superior del saco.
La gran pregunta que se hacen los expertos de la moda, ante el azoro de los fabricantes, es si una vez que la pandemia desaparezca o se controle, es: ¿Las corbatas se quedan o se van?
Considerado por los diseñadores y expertos como el accesorio más importante del hombre en su oficina, las reuniones formales, los eventos religiosos como bodas y primeras comuniones, los momentos personales como petición de mano, aniversarios, 15 años.
La mayoría de hombres presumía ese pedazo habitualmente confeccionado en seda, a veces ancho, a veces delgado, que transmitía poder y estatus. Y vaya que las iniciales de las grandes marcas eran exhibidas, con nudos triangulares a la inglesa tipo Windsor, simple u oriental, Helvim Platt, Balthus, Victoria…
Y ni hablar de la corbata de moño o pajarita, para las muy grandes ocasiones, con el frac y el jacquet.
LA HISTORIA DE LA CORBATA
La versión más común es que la corbata nació en el Siglo XVII en Croacia, durante la Guerra de los Treinta Años, cuando las mujeres anudaban a sus hombres un pañuelo rojo como símbolo de amor y compromiso.
Durante la devastadora contienda (1618-1648), su uso se extendió́ por Europa, ya que la Guardia Real Francesa, que reclutaba a los famosos jinetes croatas bajo la Corte de Luis XIII, quedó entusiasmada por las bandas rojas que lucían en sus uniformes: de lino los soldados y de algodón fino o seda los oficiales.
En 1667, Luis XIV se declaró́ admirador del lazo al cuello, que consideraba ligero, pintoresco y elegante, una gran novedad, quien empezó a usarla tras el declive de los cuellos altos y rígidos.
Durante los siglos XVII y XVIII, el pañuelo anudado croata se transformó́ en largas tiras de muselina, seda y encaje que hicieron la locura de las clases altas; se ataban por delante con las puntas sueltas arregladas en multitud de estilos.
George Bryan Brummell, conocido como Beau Brummell, nacido en Londres (1778-1840), fue el árbitro de la moda en la Inglaterra. Se le atribuye la creación del traje moderno de caballero vestido con corbata o algún tipo de pañuelo anudado al cuello y haberlo puesto de moda.
En Francia, Brummell hizo de la corbata una leyenda y tras la Revolución Francesa, la prenda adquirió́ valor político y se usaba negra para los revolucionarios y blanca entre sus oponentes.
Más tarde, en 1827, salió́ a la luz el primer manual sobre el asunto, El arte de anudar la corbata, que contó con la colaboración humorística de Balzac, quien detallaba mediante dibujos su variedad de usos.
La corbata se alargó a finales del siglo XIX, cuando Inglaterra implantó la forma rígida que simplificaba y democratizaba el atuendo. Las almidonadas se sujetaban con alfiler de perla y dieron lugar al nudo Ascot, exigencia del buen vestir.
El color surgió en el siglo XX, cuando era utilizada por todas las clases sociales. Poco a poco, ha formulado sus propias tendencias de moda hasta la actualidad, que proclama un largo entre 140 y 150 centímetros, anchos de ocho a diez y que la punta sobrepase ligeramente la cintura del pantalón.
LA PANDEMIA Y LA CASUALIZACIÓN
Con la pandemia de por medio, la casualización de la ropa formal se mantendrá durante largo tiempo. Desde la epidemia de influenza hace 10 años, se decía que la corbata transmitía el virus, lo mismo que ahora en la actual pandemia del Covid-19.
Los hombres que vestían elegantemente, antes del año de reclusión por la pandemia decían que habían sacrificado la elegancia por la comodidad y ´pr el abuso de la ropa informal y la deportiva.
Debido al trabajo en casa, las reuniones vía plataformas y redes virtuales, han hecho que el hombre cuide un poco su vestimenta de la cintura para arriba.
Habrá que reconocer al Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador que todos los días, por lo menos cuando está en las famosas mañaneras, es decir, las conferencias de prensa diarias en el Palacio Nacional, se presenta de traje y corbata, aunque de no muy buen gusto.
Por ahora en algunas empresas, se estudia la fabricación de corbatas que eviten la transmisión del virus a través de textiles con acabados repelentes, antimicrobianos, con materiales de alta calidad y longevidad, e incluso con fibras recicladas como ya están realizando algunas firmas.
¿QUÉ PUEDE REEMPLAZARLA?
Para obtener esa imagen de elegancia y poder que proporciona, el hombre de hoy tendrá que recurrir a otros elementos del vestuario.
Según expertos en moda, los caballeros tendrán que invertir en trajes de buena calidad, con hombreras resaltadas y con motivos, camisas con cuellos impecables, así como pañuelos de seda para indicar poder y elegancia.
Otro especialista asegura que habrá que considerar colores oscuros, prendas angulosas en la parte superior, que en general están asociadas con la autoridad. También resaltar las solapas de los trajes, algunos adornos como pins o botones, además de los pañuelos en el bolsillo frontal como accesorios que pongan un toque elegante.
Uno más indica que los hombres pueden lucir elegantes y formales con mascarillas en telas finas y sobrias, es una opción para dar un toque elegancia a un atuendo sin corbata.
En términos generales, el reinado de la corbata desde el XVII, ha empezado el camino sin retorno.
En fin, como escribió José Ángel Buesa (Cuba, 1910-1982), en su poema Lluvia Final:
Mañana estaré solo, Dios no querrá que llueva,
porque estaré más solo si llueve y tú no estás.
Después, serás el nudo de una corbata nueva,
o una esquina de menos, o una cana de más.
Así será, qué importa si lo callo o lo digo,
pero cuando no llueva, lloverá en mi canción.
Y al pensar que mañana ya no estarás conmigo,
van cayendo hojas secas sobre mi corazón…
raultorress@hotmail.com