Luis Arce, presidente electo de Bolivia, adelantó que no tiene previsto “ningún rol” en el Gobierno para su aliado Evo Morales, el exmandatario socialista que debió abandonar el país el año pasado tras casi 14 años de gestión: “No va a tener ningún rol en” esa administración, explicó en una entrevista, “él puede venir al país el rato que quiera porque es boliviano […] pero yo decidiré quién entra y quién no entra”.
El candidato socialista Luis Arce alcanzó este martes el 50% de los votos frente al 32% de conservador Carlos Mesa en las elecciones presidenciales de Bolivia, según el conteo oficial con casi el 60% de las actas escrutadas. Carlos Mesa reconoció públicamente su derrota con base en los sondeos a boca de urna que adjudicaban una aplastante victoria del candidato del Movimiento al Socialismo (MAS).
Evo Morales y Luis Arce
Vivió muertes y violencia política en 2019, pero la alegría volvió al barrio Senkata porque el presidente electo de Bolivia es Luis Arce, el heredero político de su querido Evo Morales: “Ha valido la pena todo el sufrimiento”, dice el ciudadano José Mamani. Hace casi un año, José y sus vecinos salieron a protestar en Senkata, contra la anulación por denuncias de fraude de las elecciones en las que Evo Morales había sido reelegido.
- Evo Morales habría ganado las elecciones para un cuarto mandato.
“Me siento feliz”, dice José, tomado por la emoción. Junto a él, sus “compañeros de lucha” celebran con música, bailes y banderas azules (símbolo de Luis Arce) la victoria electoral del domingo, que devuelve el poder al MAS de Evo Morales. Como a este comerciante de 34 años y tez cobriza, a muchos se les mezcla la alegría por el triunfo con los recuerdos de la represión durante las violentas protestas de noviembre de 2019 en Senkata.
Organismos de derechos humanos denunciaron al Gobierno de la presidenta interina Jeanine Áñez Chávez por el uso excesivo de fuerza durante las protestas, que dejaron más de 30 muertos y 800 heridos en el país, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Casi un año después, José agarró su bandera Wiphala (símbolo de los pueblos indígenas), y salió a las calles, donde un día hubo luto, para festejar, bailar y gritar.
“Esta lucha no es por dinero, yo sé que no voy a tener un cargo en el Gobierno. Yo lucho por el bien de mis hijos, porque quiero dejarles un buen futuro”.