“Detrás de una gran locura, hay una gran verdad”.
Joker (Heath Ledger/Christopher Nolan, 2008)
Hace mucho tiempo que no me sentía tan deprimida como ahora que vi la recién estrenada película “Joker”, personaje magistralmente interpretado, en esta ocasión, por Joaquin Phoenix y cuyos diálogos son brutales. Y aunque no soy particularmente fan de este tipo de cine, he visto todo lo relacionado con superhéroes, antihéroes, espadas láser y guerras integalácticas. Tengo un adolescente de 15 años.
El caso es que, en lugar de quedarme dormida como suele pasar, me sorprendí a mitad de la función inmersa en un torbellino de emociones que culminó en una profunda tristeza. El personaje principal es la representación más cruda de los millones de seres humanos que, la misma sociedad y más concretamente el sistema, ha hecho víctimas y, en algunos casos, monstruos.
Niños de todo el mundo padecen hambre, maltratos, abusos. Solo en México sabemos que el 50% de los menores de edad (más de 20 millones de niños) padecen pobreza y falta de acceso a servicios básicos; el 62% han sido maltratados y/o abusados; diariamente son asesinados 3 niños y 4 desaparecen. Estas cifras debieran llevarnos a preguntar ¿qué tipo de ciudadanos estamos formando? ¿Qué futuro les espera? ¿Qué estamos haciendo para evitarlo? Miles de Jokers en potencia. Millones condenados a una vida de pobreza y violencia.
Y entonces, nos sorprendemos de ver montones de psicópatas y sociópatas involucrados con el crimen organizado, en el mundo empresarial y hasta gobernándonos.
Líderes políticos, ocultando sus disfraces de payasos desquisiados, para ocupar espacios que requieren Hombres de Estado.
Y, sin embargo, también hay visos de esperanza cuando aún y con tantas malas noticias, surge públicamente la imagen Greta Thunberg, chica sueca de 16 años, exigiendo la actuación de los gobiernos del mundo contra el cambio climático durante la pasada Cumbre del Clima de las Naciones Unidas.
“Me han robado mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías, y aún así soy una de las afortunadas. La gente sufre, muere, y ecosistemas enteros están colapsando. Estamos al principio de una extinción masiva, y todo de lo que pueden hablar es de dinero y de cuentos de hadas de eterno crecimiento económico. ¿Cómo se atreven?”
Tras ello, Greta, fue despiadadamente atacada. Que si era auspiciada por George Soros, que si era manipulada por sabe dios que intereses macabros y ocultos. La llamaron perturbadora, rara, escalofriante, niña rica, producto fabricado, histérica, catastrofista, marioneta, enferma mental, nazi.
Su fuerte activismo provocó, incluso, la agresión de las cabezas de dos grandes potencias: Mientras Donald Trump la despreció irónicamente a través de twitter (“Parece una joven muy feliz con un futuro brillante y maravilloso por delante. ¡Ha sido muy agradable verla!”); Vladimir Putin minimizó sus posturas al colocarla como una niña rica (“Nadie le explicó a Greta que el mundo moderno es complicado y complejo, cambia rápido. La gente en África y en muchos países asiáticos quiere ser tan rica como la gente en Suecia”).
Durísimas palabras para una chica que ha tomado como suya la bandera contra el cambio climático. Para una chica que ha dado a su vida, causa. Para una chica que puede ser acusada de mil cosas menos de indiferente.
Pese a ello, efectivamente es de las afortunadas. Otros han corrido con menos suerte. Muchos, líderes indígenas en su mayoría, han sido asesinados en la búsqueda del mismo objetivo. México ocupa el cuarto lugar como país más peligroso para los defensores del medio ambiente, solo aquí entre 2018 y 2019 han sido asesinados 30 activistas ambientales (80% eran indígenas). Como en todo, en este proceso de destrucción ambiental también están involucrados el crimen organizado, grandes corporaciones nacionales y extranjeras, y gobiernos.
Como reflexión final, si bien quedé orgullosa de la reacción de rechazo, asco, perturabación de mi adolescente ante la película, me di cuenta que aún le cuesta ver más allá para ponerse en los zapatos de los demás. Así que entiendo que, por un lado, tenemos una gran mayoría de chicos sumidos en la pobreza, la marginación y la violencia; y por otro, tenemos a los que son los menos pero más afotunados, y que no son capaces de entender esa posición privilegiada y asumir la responsabilidad que ello conlleva. Como padres estamos fallando, como sociedad estamos fallando, como humanidad estamos fallando.
Este Joker encarna la nueva realidad del mundo actual. Abusos, pobreza e indiferencia son mala combinación para el impulso de movimientos sociales críticos que verdaderamente provoquen cambios, de ahí que surjan otros como los “antisistema” que provocan masas legítimamente enardecidas, poco racionales y movilizadas en torno a frustraciones. Masas que pueden ser fácilmente manipuladas a partir de figuras y discursos demagógicos y populistas, cosa que está sucediendo en muchos países de la región y en otros continentes.
Así que, ¿qué queremos? Yo, en lo personal, me inclino por MENOS Jokers y MAS Gretas. Más chicos con consciencia humanista y un profundo respeto por la vida en cualquiera de sus formas; solidarios y comprometidos con el otro. Pero para ello, debemos empezar quienes llegamos antes.