RODERICK GARCÍA RAMÍREZ
Guste o no el decreto del Gobernador de Puebla, Miguel Barbosa Huerta, de extender hasta el día 25 de enero la restricción de actividades no esenciales en el Estado, es obligado resaltar que es digno de sensatez y alta responsabilidad por intentar contener la alta contaminación y muerte por Coronavirus, que amenaza colapsar el sistema de salud, fenómeno que ya sucede en otras entidades aterrando a los mexicanos.
Por supuesto que afecta el empleo, al comercio establecido e informal, la producción en empresas, la hotelería, restaurantes, la impartición educativa, las relaciones familiares, el transporte público y privado, el turismo, etcétera.
Entiéndase que es una pandemia que ya es más temida que la gripe española de 1918, aunque no ha llegado a los niveles de mortandad que aquella causó.
Repartir culpas no es lo adecuado; utilizar la desgracia ajena para ganar votos en la elección del 6 de junio, es perverso; señalar exclusivamente al gobierno de lo que está sucediendo, es irresponsable y mala leche.
Es menester endurecer las medidas,
Nada es posible sin vida, hay que entenderlo.
No obstante, aunque usted no lo crea, hay escépticos y gente que no quiere decir que contrajo el Coronavirus con tal de no ser rechazado socialmente, sin olvidar a los valemadristas que insisten en que de algo nos tenemos que morir.
Increíblemente un punto del nuevo decreto alegró a muchos: La ley seca será únicamente de jueves a domingo, los demás días Baco aletargará un tanto la percepción de la realidad.
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