Por: Diego Santacruz
Hay una necesidad imperiosa de las Normales Rurales por el escándalo.
La libertad no es sinónimo de confrontación ni de ofender los derechos de terceros.
Lo sucedido el martes frente a Casa Aguayo, donde estudiantes de Teteles, apoyados por grupos reaccionarios embozados dispuestos a mostrar lo peor de sí, es una muestra palpable de la irreverencia salvaje y de la falta de respeto a la autoridad, para después llamarse víctimas de la violencia.
Todo tiene un origen y en esta ocasión versa sobre la provocación y la agresión a la casa de gobierno donde despacha Miguel Barbosa Huerta, así como a elementos de seguridad pública que, finalmente, hicieron lo conducente: Sofocar a una turba enardecida enviada por enemigos del orden y la gobernanza, dispuestos a encender la confrontación a escasos cuatro días de la elección más importante en la historia de México.
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¿EN QUÉ CABEZA del Partido Fuerza por México cupo la idea de elegir a un pillo como candidato a la Presidencia Municipal de Puebla?
Nadie en su sano juicio elegiría a un farsante con antecedentes apestosos.
Supongo que fue Gerardo Islas Maldonado, Presidente nacional de FxM, el que tomó la decisión equivocada.
¿A ese grado llega su ignorancia?
El resultado es que la candidatura de Eduardo Rivera Santamaría fue a parar al bote de la basura, por órdenes del Tribunal Estatal Electoral, al haber realizado campaña anticipada, habiendo pruebas contundentes.
Sin embargo, en el colmo del cinismo, Rivera Santamaría, dijo que era obra de la mafia del poder y que tenía entendido que era orden del Gobernador Miguel Barbosa, agregando que no lo creía.
Tiró la piedra y escondió la mano.
Santamaría no vale un cacahuate en decencia y honestidad. Así que, no tenía porqué ocuparse de su persona el mandatario. Y sobre la mafia del poder, nadie sabe a qué se refiere el pillo, pues violentó la ley y era de esperarse que lo mandaran al carajo.
Le recomiendo a Rivera Santamaría que vaya con su patrona, Claudia Rivera Vivanco y su grupo, a recibir consuelo, chamba y el dinero que le ofrecieron por hacerle el trabajo sucio, demostrando que ni para eso sirve.