Por: MIGUEL ÁNGEL GARCÍA MUÑOZ
No he podido dormir esperando que España pida perdón a México por la conquista de Tenochtitlán y las atrocidades que se cometieron. Imagino que eso sería un acto mágico que despertaría a Quetzalcóatl, emergerían los templos aztecas, el fantasma de Moctezuma y veríamos derrumbados los templos que cubren las pirámides, así como las edificaciones españolas, entre ellas el Palacio Nacional, construcción que inició en 1522 y fue la segunda residencia privada de Hernán Cortés, que hoy habita, irónicamente, Andrés Manuel López Obrador.
Pero, ¿por qué nada más España?
Habría que exigir a Estados Unidos que pida perdón a México por el Tratado de la Mesilla en 1853, al fin que Antonio López de Santa Anna, su Alteza Serenísima, “no tuvo culpa” de vender más de 100 mil kilómetros cuadrados de territorio mexicano.
Habría que exigirle al gobierno de Joe Biden le pida perdón a México por la invasión norteamericana entre 1846-1848, obedeciendo a la política expansionista que inició con la anexión de Texas. De este conflicto surgió la leyenda de los Niños Héroes que no fueron 6, sino cientos que murieron, salvándose otros tantos, entre ellos Miguel Miramón, considerado actualmente como uno de los traidores a la patria.
Habría que exigir a Francia pida perdón a México por su intervención en la llamada Guerra de los Pasteles, también con afanes expansionistas, ocurrida entre 1838 y 1839. Todavía el gobierno mexicano pagó indemnización a los franceses por 600 mil pesos.
Y se tendría que incluir la segunda guerra en 1862, que dio paso a la instalación del segundo imperio mexicano con la llegada de Maximiliano de Absburgo, luego de que Benito Juárez anunciara, en 1861, la suspensión del pago de la deuda externa. El conflicto terminó en 1867 con el fusilamiento del Archiduque, mientras su esposa Carlota de Bélgica enloquecía en Italia.
Los muertos, heridos y desaparecidos, suman cientos.
¿Por qué nada más España?