Recibir ayuda en tiempos de apremio, es un bálsamo.
La pandemia del Coronavirus ha dejado a gente sin empleo, faltan oportunidades, los salarios se han mermado, los precios en los productos de la canasta básica son un insulto a la necesidad y hambre ciudadana.
El programa de entrega de despensa que ha instrumentado el Gobierno de Miguel Barbosa, lejos de cualquier interés político, es loable, aunque sus detractores lo critiquen como ya es costumbre.
No es la primera vez que una acción de este tipo de realiza. Sin embargo, las formas y el fondo han sido totalmente diferentes. La última fue en 2017, a raíz del terremoto que dejó muertos, damnificados y docenas de municipios afectados.
Gobernaba Antonio Gali Fayad y Luis Banck era el Alcalde.
Las despensas que anunciaron se entregarían en zonas afectadas y gente pobre, fueron encontradas en su mayoría en bodegas que controlaba el gobierno galicista; unas más en Atlixco, en un local del IMSS. Posteriormente fueron cambiadas por votos en la elección de 2018, que ganó bajo la sospecha del fraude Martha Erika Alonso Hidalgo.
Y lo mismo se hizo con el apoyo para la reconstrucción.
El que votaba por el PAN morenovallista era atendido; sólo así. A la fecha, todavía hay desperfectos en iglesias, viviendas y escuelas.
Sabe bien de esto Gerardo Islas Maldonado, quien lucró desde la Secretaría de Desarrollo Social, por eso obtuvo la diputación por Izúcar de Matamoros.