Por: Sofía Paz
Los detractores de la Rectora de la BUAP Lilia Cedillo Ramírez, estaban esperando la oportunidad de armarle un escándalo.
Su frustración durante el proceso de sucesión se agudizó con el COVID-19; no obstante, es la misma pandemia la que aprovechan para convocar a la primera protesta, atribuyendo el movimiento a estudiantes, buscando disfrazar la manipulación.
El fin de semana, la institución universitaria hizo oficial que el regreso a clases se pospone hasta nuevo aviso, debido a los altos contagios de Coronavirus y su variante Ómicron que han alcanzado cifras récord en Puebla, siendo prioritario el cuidado de la salud y vida de estudiantes y académicos.
El comunicado es sensato hacia la comunidad universitaria, padres de familia y la sociedad en general.
No es por capricho ni cuestiones políticas.
La Doctora Cedillo, como destacada investigadora, sabe perfectamente lo que representa un contagio que puede complicarse con casos de comorbilidad y la ausencia de inoculación.
Unos días más de ausencia en las aulas pueden significar la preservación de la vida de miles de personas involucradas en la actividad académica.
Inteligencia, antes que el arrebato o el oportunismo.