Por: Miguel Ángel García Muñoz
(Diario ABC Puebla)
Uno de los pocos activistas que quedan de aquel fatídico 1968, es el experto en educación, el Profesor, Escritor y Periodista, Gilberto Guevara Niebla, altamente decepcionado del Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien antes de 2018 era uno; hoy, es otro, bailando entre la necedad, el cinismo, el engaño y la corrupción que flota en su gobierno.
Guevara Niebla, dice en un extracto de su columna publicada recientemente, que tituló “La decepción y la Esperanza”: “Las motivaciones son obvias. El Presidente decepcionó. No acabó con la pobreza; en vez de eso, otorgó dádivas y aplicó políticas clientelares para obtener beneficios políticos; no acabó con la corrupción; se opone testarudamente a que su gobierno rinda cuentas en el uso particular del dinero público”.
Por supuesto que su artículo de fondo es extenso, pero esto resumiría el gobierno autoritario con su carácter autocrático, con la fractura del principio de la división de Poderes y la violación sistemática de la Constitución.
Antes que él, públicamente, ha mostrado su frustración Porfirio Muñoz Ledo, un hombre lúcido, de mente brillante y político excepcional que llegó a la política a través de la academia. López Obrador le tomó el pelo pidiéndole la elaboración de una nueva Constitución en la que lleva trabajando 20 años, prefiriendo ir a jugar béisbol y desdeñando al que ha sido su maestro.
Igualmente, Carlos Urzúa, académico, economista y político, que tuvo la calidad moral para renunciarle a López Obrador y hacerle ver su equivocación en su política económica que tiene a México en el crecimiento del hambre y la miseria. “Así no, Presidente”, le diría.
Urzúa, para el malestar presidencial, colabora actualmente en Latinus.
El turno ha llegado amargamente a los Jesuitas, después del asesinato brutal de los Padres Joaquín Mora Salazar y Javier Campos Morales, al intentar defender al guía de turistas Pedro Palma del espíritu maligno que vive en Noriel Portillo Gill “El Chueco, quien disparó sin piedad.
Era la gota que faltaba para derramar el vaso en el México que se revuelca en un baño de sangre, producto de la estrategia fallida del gobierno de la mal llamada Cuarta Transformación.
La indignación es mundial. Sólo el fanatismo y la ignorancia están junto a López Obrador, quien gusta de los borregos y las corcholatas como sus juguetes favoritos.
El Papa Francisco, condenó la barbarie: “¡Cuántos muertos en México!”, la frase que citó, encierra mucho y entierra cualquier discurso oficial y la repartición de culpas de López Obrador que ha echado a gobiernos anteriores durante más de tres años.
Los jesuitas con presencia en México por más de 500 años y en 160 países de los 193 reconocidos oficialmente por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), reprueban cada una de las acciones del gobierno mexicano actual. Nunca como ahora hay tantos muertos por crímenes dolosos; fusilamientos masivos; secuestros; levantones; cobro de piso y especulación con alimentos de la canasta básica; libertad de delincuentes por decisión del Presidente; negociación de drogas y armas. Ni siquiera la lucha por la Independencia de México dejó tantos cuerpos regados ni tanto dolor.
Nadie se atreve a denunciar ante la Fiscalía el asesinato de sus familiares porque saben que es infructuoso. Ni ve ni oye la autoridad. Apenas un par de mujeres se ha ido al pleito en tribunales por la muerte de su gente por Coronavirus y la negligencia del Doctor Hugo López Gatell y sus protectores.
Lo peor para los jesuitas es que, apoyaron decididamente la llegada de Andrés Manuel López Obrador en 2018.
¡Qué pena, también fueron engañados!