El decir que tiene razón el gobernador Sergio Salomón Céspedes de que no se necesita una licenciatura para llegar a la titularidad de la Secretaría de Educación Pública, en referencia a la priista Isabel Merlo Talavera, es la verdad, pero de ninguna manera se justifica que debe prevalecer el empirismo o la receta autodidacta por sobre la educación en las aulas de la academia o que debe llegar un improvisado a dirigir los destinos de un Estado o país, pisoteando la preparación y merecimientos.
Podría agregar, incluso, que la designación de Merlo Talavera contraviene todos los requisitos exigidos a un maestro para impartir cátedra, obtener una plaza o ser designado director de una escuela o institución de cualquier nivel.
Sin embargo, irónicamente, el reglamento de la SEP no exige que el secretario tenga una licenciatura, maestría o doctorado.
La Constitución misma no habla de títulos para tener derecho a ser presidente de la República. Es decir, cualquiera puede buscar el más elevado cargo en la nación y dependerá su éxito de la riqueza o influencias políticas que tenga.
Nunca estaré de acuerdo con la opinión retrógrada del diputado plurinominal y protector de delincuentes, Ignacio Mier Velazco, de que la titulación es un fraude, enalteciéndose como autodidacta. Nada más le faltó decir que la educación en la academia estorba y debe desaparecer. Entiéndase que Ignacio Mier se confesó al ver el escándalo que provocó el plagio de la magistrada Yasmín Esquivel. Si el político hubiera seguido con la farsa de que era licenciado, pues así firmó en los cargos que tuvo de funcionario, hubiera sido exhibido más adelante, cayéndose la farsa en la que ha vivido.
Yo, no podría estar contra la sabiduría griega ni la romana ni el pensamiento de Sócrates, Platón, Aristóteles; ni del surgimiento de las aulas, lo más parecido al sistema educativo que hoy conocemos, donde recibían clases los niños de clase alta, extendiéndose a todos los niveles bajo el control de un gobierno altamente democrático, cultivándose la mente, el espíritu y el cuerpo, surgiendo la interrelación de maestros y discípulos que dio paso a un estado dinámico de pensamiento con el libre tránsito de ideas y el debate.
No podría rechazar el invento de la escuela que se atribuye a los sumerios hace más de 5 mil años, sin que exista una fecha exacta de su creación, atribuyéndose la educación inicial a la familia, soporte esencial sin duda, como debe ser.
Ni tampoco contra el inventor de la pedagogía moderna, el pensador checo Jan Amos Komenský (Comenius), quien revolucionó la educación expresada en libros.
Ni mucho menos contra el sistema educativo nacional en México, compuesto por los tipos básico, medio superior y superior, sin que se manche por la distorsión y la trampa
POSDATA: El principal objetivo de la educación y la cultura no es la de generar dinero, ganancias y nuevos ricos, sino la de formar mejores seres humanos, sensibles y disciplinados. Lamentablemente, pareciera que esto se concibe al revés.
POSDATA 2: Nunca podré estar contra la academia, los pensadores, los intelectuales, los filósofos, la ciencia.
No desacredito ser autodidacta o empírico, soy uno de ellos, porque representa esfuerzo, dedicación, exploración y experiencia saciando la sed de saber, nada más.