Al deseado Mbappé le recibió Madrid con una lluvia fina e intensa que daba impresión de niebla, como el clima de película invernal parisina, y ante una grada que le ovacionó, antes y después de pitar a Neymar y a Bale, en la que dominaba acústicamente la zona visitante. El ambiente parecía dispuesto para el festival francés, pero el que puso la música fue Hazard y el que disfrutó fue un Madrid que fue ganando hasta dos minutos de vorágine final en los que empató el París Saint-Germain y deslució el buen rendimiento blanco.
El equipo de Zidane saltó al campo ya clasificado para octavos de final, gracias al empate entre Brujas y Galatasaray, y con un experimento en la alineación: Isco en la punta de un rombo de cuatro centrocampistas desde el que ofreció una alternativa constante.
El trabajó en la presión fue satisfactorio desde el inicio, pero tuvo problemas en la creación y cada pérdida era una oportunidad para las transiciones rápidas del PSG con Mbappé como ejecutor. En dos jugadas: un pase elevado y una carrera por la banda, el francés demostró el potencial diferenciador que tiene.
Hazard, el desahogo perfecto
El bloqueo lo rompió una jugada extraordinaria de Hazard, que desestabilizó todo el sistema francés con una conducción desde la izquierda que terminó con un centro desde la derecha, previa aportación física del pletórico Valverde, que Isco remató al palo y Benzema convirtió en gol tras el rechace.
El belga fue un continuo desahogo para el Madrid, dinámico, fresco y rápido para desbordar y ganar ventajas. El gol le dio sosiego al Madrid para encontrar nuevos caminos a la portería de un sobrio e inspirado Keylor Navas, cada vez con menos apariciones de Mbappé y del PSG con espacios en campo rival. Tuchel se refugió en el banquillo y su equipo se quedó recluido en sus dominios, sin un plan para dominar y a merced de los de Zidane.
El Madrid disfrutó de fases de dominio abrumador, exhibió precisión en el pase, intensidad en la presión y determinación para terminar las jugadas con un remate. Mereció otro gol antes del descanso, pero el que estuvo cerca de conseguirlo fue el PSG. Di María e Icardi generaron un contragolpe que terminó con Courtois derribando a Icardi dentro del área, con colaboración del delantero; el árbitro sacó la falta al borde del área y expulsó a Courtois, pero la revisión en el videoarbitraje determinó una falta sobre Marcelo en el origen de la jugada que el colegiado había observado con claridad y no había considerado como infracción.
Neymar, la solución de Tuchel
Tuchel intentó solucionar el naufragio al descanso con la entrada de Neymar, por el centrocampista Gueye, y la primera jugada fue una ocasión franca de Benzema. El PSG dispuso un ambicioso 4-2-3-1, con Mbappé, Neymar y Di María por detrás de Icardi, pero el dominio que ganaron fue directamente proporcional al peligro que generó el Madrid, con el rival dividido en una sección de ataque y otra de defensa. Varane e Isco tuvieron el gol, con remates a un metro de Navas, pero Hazard se tuvo que ir banquillo con problemas de tobillo y el partido llegó al final abierto.
Las llegadas de peligro fueron blancas, aunque Tuchel naturalizó su dibujo, pero el gol del Madrid parecía inevitable y llegó tras un contragolpe que condujo Modric, adecentó Isco y remató Benzema para lo que parecía la sentencia.
En la jugada siguiente redujo distancias Mbappé, gracias a un error flagrante de Varane y, cuando aún no le había dado tiempo al Bernabéu a asimilar que el partido no estaba cerrado, Sarabia empaló un balón, en la jugada consecutiva, y lo mandó al fondo de la portería de Courtois para empatar.
El Madrid todavía pudo ganar entre el impacto que sacudió al Bernabéu, con un disparo de falta de Bale, pero no hubo más música y los bailarines tuvieron que desmontar el escenario con la sensación de que el ensayo salió mejor que el estreno.
-Alejandro García / Madrid.