- En esta entrevista, el egresado BUAP y vacunólogo de excelencia comparte su opinión sobre las diversas marcas, la tercera o cuarta ola, el escenario nacional y mundial, así como sus recomendaciones en la pandemia
Mientras que las vacunas con una tecnología de adenovirus tienen un desarrollo de 35 años, las de RNA mensajero 13 años, aproximadamente. Así que lo único que se aceleró fueron los estudios clínicos en humanos. En ambas no hay una tecnología nueva. Por lo tanto, no hay nada que temer. Esta es una de las consideraciones del doctor Alfredo Torres (https://bit.ly/3ur2slT), Profesor Distinguido Herman Barnett en Microbiología e Inmunología, por la University of Texas Medical Branch, su centro de trabajo en Galveston, Texas, al reflexionar sobre la pandemia en México.
Sin embargo, los países que no tienen la ciencia para desarrollar sus propias vacunas y sus medicamentos, como México, siempre serán dependientes de los que sí tienen ciencia. El problema es no contar con la inversión suficiente para la investigación, pues el talento de sus investigadores existe, consideró.
El también Profesor Visitante del Centro de Investigaciones en Ciencias Microbiológicas, del Instituto de Ciencias de la BUAP, egresado de esta Casa de Estudios de la licenciatura y maestría, es considerado un excelente vacunólogo por sus pares a nivel mundial, entre cuyas contribuciones destaca el desarrollo de diferentes terapias y vacunas contra cepas de Burkholderia y E. coli patógenas, actualmente en estudios preclínicos.
A las citadas aportaciones se suman el desarrollo de modelos animales estandarizados para evaluar y comparar la virulencia y la progresión de la enfermedad de diferentes cepas bacterianas, así como el estudio de los mecanismos de virulencia, centrándose en la identificación y caracterización de antígenos candidatos para el desarrollo de vacunas.
El doctor Torres es fundador y coordinador de la Coalición Latinoamericana para la Investigación de Escherichia coli (LACER, por sus siglas en inglés), integrada por 90 grupos de investigación en 11 países de la región. Miembro de la Academia Americana de Microbiología, nivel III del Sistema Nacional de Investigadores, su producción científica se plasma en 145 publicaciones arbitradas en revistas indizadas, así como artículos de revisión, capítulos de libros y dos libros, sobre patogénesis microbiana, seguridad alimentaria y desarrollo de vacunas y terapéuticos.
Aquí una breve conversación a propósito de las vacunas, la vacunación y la gestión de la pandemia en México.
-Una de las resistencias de la gente para aplicarse la vacuna contra COVID-19 es la idea de que estas se desarrollaron y aprobaron en un tiempo muy breve, sin haber transcurrido el tiempo necesario.
-Las vacunas de RNA mensajero, Pfizer y Moderna, tienen una tecnología con 13 años de desarrollo, aproximadamente; mientras que las rusas, chinas y AstraZeneca, utilizan la plataforma de vacunación de adenovirus, una tecnología con 35 años. En el primer caso, lo único que se aceleró fueron los estudios clínicos en humanos. En ambos, no hay una tecnología nueva. No hay, entonces, nada que temer.
-En el caso de AstraZeneca, esta se suspendió en algunos países de la Unión Europea.
-Nosotros, quienes desarrollamos vacunas, en caso de un aparente efecto secundario, tenemos la obligación de suspenderlas parar estudiar la probable correlación entre vacuna y efecto. En el caso de la noticia que usted indica, existieron reportes de personas que tuvieron una formación de coágulos o trombosis, por lo que se suspendió esta vacuna en cinco países, donde se demostró que no hubo ninguna asociación directa entre coágulos y vacunas. Como se sabe fueron 13 millones las personas vacunadas, y cinco casos reportados. Había más gente con trombosis sin haberse vacunado. El problema surge en los medios periodísticos: dan la nota primera y no dicen que ya se reactivó la vacunación y lo que realmente ocurrió.
-En el mundo hoy se están aplicando varias vacunas. Es común escuchar a la gente decir: ‘Pfizer es la mejor’, y desconfiar del resto.
-Todas las vacunas que han sido aprobadas de emergencia tienen diferentes porcentajes de eficacia. Si una su rango es de 65 por ciento, indica que hay 35 por ciento de posibilidad de no funcionar y de enfermar, esto es la diferencia entre una y otra. Sin embargo, todas estas vacunas son muy buenas, con alta eficacia para un virus nuevo, como lo es el SARS-CoV 2, altamente contagioso. Esto es muy bueno.
Hay que decir e insistir en algo: la vacunación es lo que salva, entre más sean los vacunados, menos posibilidades habrá de que el virus brinque de una persona a otra.
-La vacuna no salva, la vacunación sí. ¿Qué porcentaje de la población debe estar vacunada para que esto ocurra?
-La llamada inmunidad de rebaño significa que en una población la mayoría ha adquirido inmunidad contra la enfermedad y esto evita que el resto enferme. ¿Cuándo ocurre? Cuando ha sido vacunada de 70 a 85 por ciento de la población.
-Suele ocurrir que al aplicarse la primera dosis las personas se confían y relajan medidas de seguridad. ¿Qué hay que decir sobre esto?
-Las noticias dicen ‘se puso la vacuna y se infectó’…lo que no dicen o no se alcanza a leer, si sólo te quedas en el encabezado, es que las vacunas necesitan dos dosis. Si nos ponemos una es una protección limitada y toma de dos a tres semanas para desarrollarse inmunidad en el organismo, es decir, para que cause efecto protector; luego, segunda dosis toma otras dos o tres semanas para desarrollarse, entonces entre una y otra sí hay posibilidad de enfermarnos. En México hay mucho virus SARS-CoV2 circulando, la probabilidad de entrar en contacto con el virus es demasiado alta. Algo muy importante de saber es que los virus como tal no pueden multiplicarse o dividirse independientemente: necesitan entrar al humano y dentro de la célula empiezan a mutar, nuestra célula es la que comete el error y puede introducir errores en ese virus y este salir mutado de ella. Es decir, las células van a copiar al virus, replicarlo, y este puede salir mutado, por eso es muy peligroso confiarse con la primera dosis, no aplicarse la segunda y bajar las medidas de seguridad: en ese lapso el virus puede mutar, evitar los anticuerpos, transmitirse e infectar a otras personas. Ese es el concepto importante: si nosotros no nos protegemos, no estamos protegiendo a nuestros amigos y familiares.
-Desde finales de 2020 inició la vacunación, ¿cuál es el escenario de continuar y avanzar en este camino de la vacunación?
-El grave problema es que el virus no conoce fronteras…los países que tienen la capacidad de comprar suficientes vacunas van a lograr vacunar a toda o a la mayoría de su población, pero en otros países esto no ocurrirá igual o tan pronto. Dada la movilidad que tenemos en este mundo global, el virus no va a esperar en las fronteras, va a estar allí infectando. Lo que necesitamos es que la mayoría de los países alcance porcentaje alto de vacunación, hablamos de miles de millones de personas en el planeta…falta mucho tiempo para lograrlo.
-Se habla de una tercera o cuarta ola…
-Cuando escuchamos que hay una variante del virus, en Reino Unido, por ejemplo, significa que el virus está cambiando y hay probabilidad que escape a los anticuerpos que produce la vacuna. Tenemos que ganarle al virus. ¿Qué pasa si yo me pongo una dosis y ya no me aplicó la segunda? Esto es muy peligroso, porque el virus puede escaparse a los pocos anticuerpos generados y se hace resistente y ya no respondan los anticuerpos.
Contra la tercera o cuarta ola el único recurso es la vacuna; hay que seguir avanzando en la vacunación y continuar las medidas de seguridad: máscaras, distancia social, lavado de manos frecuente. Es decir, no debemos bajar la guardia, es un error gravísimo si lo hacemos, porque le damos permiso al virus para que mute y genere una tercera o cuarta ola.
-En poco más de un año, México ha superado la cifra de más de 2 millones de infectados y de 200 mil muertes, números muy por arriba de las predicciones originales. ¿Cuál es su balance de la gestión de la pandemia en nuestro país?
– En México hay un choque de dos mundos: por un lado, el sector de salud pública y las indicaciones a la población de qué hacer; y el otro, los mexicanos, que por naturaleza no siguen las reglas como debe ser. Luego, algunos mensajes equivocados, que generaron confusión, como aquello de que las máscaras no funcionaban, y otras causales como la población que sale de vacaciones sin importarle la presencia del virus. Desgraciadamente, son una mezcla de causas que se han complicado en México y esos son los resultados.
-Considera que en México se ha salido de control la pandemia?
-Sí, totalmente. Los países con más muertes y contagios del continente americano son Estados Unidos, Brasil y México. En los primeros dos, en su momento Trump como presidente no creía en la pandemia, y Bolsonaro, en Brasil, tampoco, y ha dejado que la gente siga las medidas convenientes. En México, mandar mensajes poco claros, mezclados, ha sido muy riesgoso. El mensaje es trabajar en equipo, en conjunto, para que funcione. Chile es el ejemplo en América Latina: con medidas estrictas y muy claras, apoyadas por el gobierno chileno y la gente que comprendió que era por su salud, hoy es el país con mayor número de población vacunada en toda la región. En tiempos de epidemia o pandemia no se puede dejar al libre albedrío la toma de decisiones para su control. Tiene que haber un mensaje claro, sencillo y reglas desde el inicio.
-¿En su opinión, cuáles son los errores más graves que cometió México?
No haber impuesto medidas de sanidad a tiempo, no obligar a seguir estas medidas, no trabajar con los estados para que todos mandaran el mismo mensaje y administraran la pandemia en equipo. Ya se reabrió la economía y el virus aún no se va; no hay suficientes vacunas, entonces el riesgo es muy alto. Además, los diferentes frentes políticos y mensajes cruzados: un problema de salud pública no debe transformarse en un asunto político.