“El dinero debe estar en el campo y no en el banco”. Célebre frase de Johan Cruyff cuando José Luis Núñez, implacable gestor del patrimonio del club, no le daba rienda suelta a sus deseos de fichar jugadores. Ahora la frase ha cambiado en un matiz. En la actual situación habría que decir que el banco se ha llevado el dinero del campo.
El Barcelona consumará en las próximas horas el trueque de Arthur Melo por Miralem Pjanic. Una decisión política y no deportiva. La principal razón es que ambos clubes necesitan cuadrar balance. Lo que han hecho es inflar el precio de ambos futbolistas. De esta manera, en el caso del Barcelona, sirve para prácticamente llegar a los 124 millones que tenía el club presupuestado en venta de jugadores. Una decisión peligrosa.
Decisión económica
Pjanic y Arthur no valen a día de hoy 60 y 70 millones respectivamente. Pero dándoles ese valor cuadran el balance actual y en los próximos años ya se verá. En el caso del Barcelona, Pjanic va a tener un costo de aproximadamente 30 millones entre ficha y amortización. Un golpe bajo para la masa salarial que ya anda por las nubes con Lionel Messi, Gerard Piqué, Antoine Griezmann, Luis Suárez y la renovación que viene de Marc-André Ter Stegen. En la Directiva piensan que ya se inventarán algo para la próxima temporada y para la posterior ya habrá otro presidente que será el que deberá hacer frente a la situación. Legado envenenado.
Decisión futbolística
Deportivamente, el trueque es cuando menos, cuestionable. Arthur, si bien es cierto que no ha tenido un gran rendimiento en estas dos temporadas, tiene recorrido a sus 23 años. Es un futbolista con ADN Barça, comparado hasta la extenuación con Xavi Hernández, que se amolda a la perfección a la filosofía de este equipo. Seguramente merecía al menos un año más para ver si explotaba en el club. De hecho, si no fuera por las penurias económicas, el club le habría dado ese año de confianza.
El recorrido de Pjanic
Y en su lugar llega Miralem Pjanic. Un futbolista que cobrará el doble que Arthur. Mala cosa para empezar. El bosnio es un jugador de 30 años cuyo recorrido es, evidentemente, limitado. Se le puede comparar a Ivan Rakitic y Arturo Vidal, futbolistas a los que ya les estaban buscando equipo cuando habían cumplido los 32. Y tampoco hay que olvidar que el primer año siempre es complicado en el Barcelona. Todos los jugadores necesitan un periodo de adaptación.