Si tiene dignidad el Doctor Juan Ramón de la Fuente, debe renunciar a la representación permanente de México ante la Organización de Naciones Unidas, lo que es lo mismo, dejar de pertenecer a la llamada Cuarta Transformación, luego de que el Presidente Andrés Manuel López Obrador se ha lanzado ferozmente en una campaña contra la UNAM, diciendo que ha perdido su esencia; que la manejan los neoliberales; que se quiso privatizar cobrando colegiaturas y que es una farsa la elección de Rector porque ahí reside la imposición, iniciando su derechización desde 1999, cuando arribó como Rector.
Por lo adelantado que está el asunto, quizá Juan Ramón de la Fuente haga bien en cumplir su papel en la participación del Presidente de México en una conferencia ante la ONU, donde hablará de la corrupción e impunidad que, según él, ya se acabó en el país.
No hay sustento válido de López Obrador para estigmatizar de esa forma a una universidad que tiene 300 mil estudiantes, 40 mil Profesores (4,314 son Investigadores miembros del SIN), 25 mil trabajadores, 13 mil estudiantes extranjeros que llegan a realizar Maestrías y Doctorados y que ha sido formadora de brillantes profesionistas que sirven a la sociedad. Muchos de los funcionarios de gobiernos anteriores y del actual, han estudiado en la UNAM, incluyendo al mismo López Obrador, aunque le haya costado 14 años titularse y, por consecuencia, le negaran la mención honoraria que solicitó.
Si algo reina en la UNAM es la diversidad, la pluralidad, las mentes abiertas, ideologías y religiones políticas disímbolas, además de variadas posiciones sociales, permeando la medianía que es aborrecida por el huésped del Palacio Nacional.
No sólo la UNAM ha sido blanco de los ataques presidenciales, igualmente todas las universidades a las que considera proclives al conservadurismo.
Quizá quiera que la autonomía universitaria desaparezca para terminar dependiendo la educación del Estado; posiblemente pretenda sembrar una ideología homogénea en las instituciones y la sociedad, de acuerdo a lo que dicta todos los días en sus ruedas de prensa conocidas como la mañanera, alimentando sus mensajes a las masas amorfas que no piensan y creen que todo está mejor que antes.
Un nuevo régimen se construye cambiando todo, concentrando el poder en un solo hombre y erigiendo el presidencialismo como el salvador de todo y de todos, teniendo en el Ejército la fuerza que se requiere para sembrar miedo.
Las figuras de Maduro y Díaz Canel, Presidentes de Venezuela y Cuba, invitados a las fiestas de independencia de México, siguen aquí.
Antaño, las universidades públicas veían al gobierno como la burguesía enemiga del proletariado; hoy, el gobierno se esfuerza por voltear la percepción, es el que garantiza la llegada al paraíso.
El Presidente socialcristiano, como ya lo identifican los maestros propagandistas de la 4T, manipula de esa forma la religión a su favor para ganar adeptos, en contraposición a la política que profesó Benito Juárez que, a estas horas, se retuerce en su tumba.
POSDATA: “Todos en la UNAM, intelectuales y académicos se hamburguesaron; la institución nunca dijo nada, en 36 años, sobre el saqueo durante el período neoliberal. ¿Cuántos tratados, libros, ensayos hay sobre la corrupción y la entrega de bienes de la nación en el gobierno de Salinas”?: Andrés Manuel López Obrador.
El Presidente ve cara de hamburguesas a intelectuales, académicos, estudiantes, profesionistas y trabajadores que han pasado y siguen pasando por la UNAM. Y por qué no a los mexicanos que aceptan a la institución con respeto y como parte de la nación.
Por tanto, son fáciles de comer y digerir.
¡Viva la hamburguesía, muera la burguesía!