A pesar de que todavía se discute cuándo comienza la vida de cada persona, la mayoría de opiniones científicas, coinciden en que principia con la fecundación al unirse el espermatozoide con el óvulo.
Embarazo es igual a embrión, feto, bebé.
En ese momento surge un nuevo ser humano distinto y con derechos.
Si en el terreno legal la vida de una persona natural inicia al nacer y termina con la muerte, de acuerdo al Código Civil, esto no se contrapone con la ciencia, siempre y cuando no quiera imponer el Estado la suspensión definitiva del embarazo sin que haya repercusiones legales; es decir, que no haya criminalización de la mujer por abortar y, por supuesto, que tampoco haya repercusión en los médicos que conscientemente acepten practicarlo, tomando como justificación el respeto a los derechos humanos y la libertad que tienen las mujeres de hacer con su cuerpo lo que les venga en gana.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación, como lo hizo ayer en México, crea jurisprudencia calificada de histórica por los iluminados, pero no decide en el terreno de la ciencia ni de cuando inicia la vida de un ser humano y es ahí donde se equivoca. Los derechos humanos se respetan en todo individuo, así como el que las mujeres dispongan de su cuerpo a su antojo. Los Ministros echan a la basura los derechos y la individualidad de un ser vivo en el vientre materno, en una clara contraposición a su dictado.
Si bien despenalizar el aborto significa no criminalizar a las mujeres y personas gestantes, no ordena que el aborto sea ya legal en México. El fallo de la Corte fue en base a Coahuila donde se resolvió un litigio y ahora la entidad deberá legislar en su Congreso para modificar la ley, pero eso no quiere decir que deban hacer lo mismo todos los Estados, no obstante que se sienta un precedente judicial en todo el país.
Nadie está en contra de que las mujeres puedan hacer con su cuerpo lo que quieran, pero no tienen derecho a matar a un ser humano independiente que conciben en su vientre, que también tiene derechos, dignidad y vida propia.
Si los Magistrados de la Corte han dado un primer paso para imponer el genocidio, involucrándose directa o indirectamente en un posible negocio de médicos y dueños de hospitales y centros pro abortistas o participar clandestinamente en un proyecto de contención del crecimiento poblacional en el mundo con la complicidad gubernamental, no quieran confundir su actuación con teorías progresistas, señalando como retrógradas a los que no están de acuerdo.
La Corte y los colectivos feministas, algunos de ellos portadores del uniforme feminazi debajo de su disfraz de modernismo revolucionario, han aplaudido la medida, lejos de analizar la decisión desde el punto de vista científico, sociológico, filosófico, psicológico, educativo, moral y religioso.
La gran mayoría del pueblo mexicano, sin temor a equivocarme, nunca llevaría mariachis ni haría mole para una fiesta en honor de los que pretenden hacer de México un laboratorio experimental de la práctica del aborto.
El genocidio es inaceptable en la conciencia humana no retorcida, en la cultura de la sensatez y la honestidad.
Da para mucho el tema, pero me conformo por el momento con esta sencilla opinión.