Siempre hace falta detenerse y voltear al pasado. Suele ser indigesto, pero también un bálsamo que cicatriza heridas. Soslayo si esto provoca envidias y calificativos obtusos.
No es cuestión de egocentrismo, sino de tener presente la breve ruta recorrida en el periodismo que me propuse no torcer, alimentando el trayecto que me resta por andar a paso lerdo hasta el final de la senda.
Creo que el reportero y el periodista están unidos de manera indisoluble; es una simbiosis innegable. Uno es el otro y viceversa.
Lo he dicho en algunas ocasiones y lo repito: Soy uno de esos casos de desorientación vocacional. Nunca estudié comunicación social. Ni siquiera existía la carrera profesional en los años 70; no imaginé ser reportero y periodista, menos escribir profundizando en la crítica; detestaba oír hablar de política porque no entendía un carajo. No me di cuenta del momento que se convirtió en una pasión.
Irónicamente, en noviembre de 2023, cumplí 51 años de haber iniciado como reportero oficial de La Voz de Puebla, teniendo como director al periodista Raúl Torres Salmerón. Sin embargo, podría ir más atrás y asegurar que inicié mi breve ruta a los 6 años corriendo por los pasillos de El Sol de Puebla, donde mi papá Ángel García López fue director y mano derecha del coronel José García Valseca, dueño de la cadena de los soles, a la salida de Enrique Montero Ponce.
Iba yo de oficina en oficina entregando fotografías, negativos, notas llegadas del hilo que corregía el maestro Salazar. Me dormía en la oficina de mi papá esperando a que saliera en la madrugada para irnos caminando a mi casa enclavada en el barrio de Analco.
Jugué fútbol en el equipo de los Solecitos compuesto por hijos de directores generales, regionales, jefes de redacción, reporteros, líderes sindicales, fotógrafos, hasta que a los 12 años prácticamente me obligaba mi papá a empezar a escribir notas de fútbol, ya que tanto me gustaba.
Pasaron 2 años apareciendo mis notitas en las páginas del mejor periódico de Puebla, hasta que se abrió una plaza en la sección policíaca de La Voz que fue repartida entre Óscar Vera Arenas, a la postre político y diputado por el PAN, y yo. Para entonces contaba yo con 14 años. Nada que ver el fútbol con reportear en la Procuraduría, pero qué grandes enseñanzas deja.
Todavía no cumplía los 16 y el periodista Rafael Velasco Olivier llegaba con mi papá a decirle que estaba vacante una plaza en El Novedades de México en Puebla, localizado en el portal Morelos. Llegué a presentarme con el director Carlos Sevilla y mi jefe inmediato era Ramón Sáinz, otra vez en deportes, haciéndome amigo de Gabriel Sánchez Andraca, Jesús Contreras Flores, Fermín y Demetrio Flores, Rafael Velasco, Jesús Rivera, Daniel Fortis.
Precisamente, al quebrar El Novedades y cerrar por órdenes de Rómulo O’Farrill Jr., con la indemnización adquirida, Sánchez Andraca y Jesús “El Curro” Rivera crearon el periódico Cambio, venido a menos por la administración corrupta de Ignacio Mier Velazco y Arturo Rueda Sánchez.
Nuevamente a la deriva, la amistad de mi papá con el administrador de El Heraldo de México en Puebla, Arnaldo Fernández, me abrió otra oportunidad como reportero de locales. Ahí aprendí a formar sociales porque tenía que suplir al titular que descansaba el domingo; escribir sobre el gobierno de Tlaxcala ayudando a mi amigo Ubaldo Morales, titular de la fuente; cubrir mi primera campaña con el candidato del PRI Guillermo Jiménez Morales, ya que sábados y domingos no iban los “dueños” de la fuente Enrique Romero y Víctor García; al mismo tiempo me convertí durante dos años en corresponsal de Excelsior, cubriendo el lugar de Raymundo Vega y Crespo, quien fungía como jefe de prensa en el gobierno de Tlaxcala.
Conocí a mi jefe Mauro González Rivera, titular de redacción de El Heraldo, pues ahí no existía director. Hice más amigos en Jorge Vadas, José García Juárez, Silvestre Salazar, Rebeca Romero, Efraín Llaguno.
En el ayuntamiento que estaba junto, entable amistad con el alcalde Victoriano Álvarez García, José Alarcón, Jorge Lavín, Carlos Cadena, el tesorero Carlos de Regil, Julia Abdala; más tarde con Guillermo Pacheco Pulido y Mario Marín Torres.
Me tocó por suerte cubrir el gobierno estatal, entablando relación con Óscar García, Miguel Ángel Ponce de León, Xavier Gutiérrez Téllez, Mauro González Rivera y su Hijo Luis Alberto González, con el que, por cierto, integré el equipo de fútbol de comunicación social en el torneo interdependencias, al que se sumó Óscar López Morales.
En esta corta ruta recorrida, me convertí en jefe de departamento de la Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas (SAHOP) del gobierno federal, con el apoyo del delegado Pedro Bonnín Arrieta, dividiéndose después en SCT y SEDUE. En esta última dependencia me quedé, conociendo y tratando al secretario Manuel Camacho Solís y su segundo de abordo Marcelo Ebrard Casaubón.
Para entonces, mi papá que había fungido como jefe de prensa de Victoriano Álvarez García, creó el periódico ABC al que me incorporé después de 5 años en el gobierno federal.
Ahí inicié -1981- como columnista político, hasta la fecha.
Al triunfo de Rafael Moreno Valle Rosas, en 2010, la persecución de su gobierno me obligó a cerrar el diario en 2012. Para entonces mi papá tenía 8 años de fallecido.
ABC siguió y sigue en redes sociales, lo que no me impidió incursionar en ABC radio de El Sol de Puebla, en el programa Así lo Dice Puebla, a invitación de Marco Núñez; en Centro Radio con Marco Antonio Ponce de León, quien había sido director de El Sol; en ICI Radio; hoy, en Los Inquisidores con un grupo de talentoso compañeros periodistas, sin descuidar mi programa Reflexiones Radio.
En 2013, el empresario Ricardo Henaine Mezher, me contrató como columnista de El Heraldo de México y Puebla. Después de 3 meses me ofreció, a través de su abogado Rodolfo Mijangos, la dirección de ambos periódicos, prestando mis servicios, al mismo tiempo, como columnista nacional del periódico UnomásUno, aceptando la promesa de incursionar en televisión con el periodista y conductor Nino Canún.
La lucha feroz que sostuve con el gobierno de Moreno Valle y Antonio Gali Fayad, a la que se sumaron Luis Banck Serrato, Enrique Doger Guerrero e Ignacio Mier Velazco, me dejó templanza y grandes enseñanzas, también superé miedos por las amenazas constantes de secuestro, atentados y dos asaltos a mano armada en las oficinas de El Heraldo en Chietla 911. Cosa curiosa, a la vuelta, sobre la 9 oriente, estaba la oficina de Eukid Castañón Herrera, donde llegaba a emborracharse, cobrar dinero y recibir órdenes el periodista Mario Alberto Mejía Martínez.
En 2019 terminó la odisea en El Heraldo de México y Puebla, así como en el UnomásUno, regresando al Diario ABC Puebla que mantuvieron vivo mis hijos, hasta la fecha.
Me tocó cubrir las campañas de candidatos a gobernadores, desde Guillermo Jiménez Morales, Mariano Piña Olaya, Manuel Bartlett Díaz, Melquiades Morales Flores, Mario Marín Torres, Rafael Moreno Valle Rosas, Miguel Barbosa y el interinato infame de Guillermo Pacheco Pulido.
Sufrí el pleito desde 1988, junto con mi papá, contra Mariano Piña Olaya, por haber defendido a los comerciantes ambulantes a los que quiso exterminar el oriundo de Champusco con raíces en Guerrero, no por un convenio como escribió el impostor e infame Mario Alberto Mejía. Y vive Alberto Jiménez Arroyo, quien fue el encargado de romper relaciones, acompañado de Raúl Zárate López, ya muerto.
La confrontación con Rafael Moreno Valle Rosas fue por haber apoyado la campaña de Javier López Zavala. Esto me costó la persecución perruna buscando probar que yo recibía dinero a manos llenas del marinismo o que poseía propiedades al estilo del pillo Fernando Alberto Crisanto y tantos otros delincuentes disfrazados de periodistas.
Por cierto, pocos saben que Marcelo García Almaguer, director de comunicación social de Rafael Moreno Valle Rosas, me citó en su oficina de Puebla Comunicaciones para proponerme trabajar con Rafa, como él le decía. Me ofreció camionetas, una posición en la administración morenovallista, un buen sueldo y una cantidad de dinero que -me dijo- “escríbela en esta tarjeta”; por supuesto que ni siquiera tomé el bolígrafo.
Por curiosidad le pregunté a Marcelo cuál era el costo que tenía yo que pagar por aceptar. “Solamente tienes que dejar de trabajar para Ricardo Henaine y renunciar a El Heraldo. Rafa sabe que si lo defiendes con esa pasión y lealtad como a Ricardo y su periódico, serás un gran apoyo para él”.
Efectivamente, yo había entregado mi palabra de hombre a Henaine y no iba a fallar, a sabiendas que no es confiable y me podía traicionar. Mis convicciones le dieron a Marcelo un NO como respuesta. Esto lo sabe Crisanto, a quien mandó a traer cuando platicábamos.
El acuerdo de amistad de hombres y hombría acordado con Ricardo Henaine, lo rompió al fingir la venta de El Heraldo de Puebla, luego de perder el cabezal del de México por un pésimo negocio que le aconsejó su ambición malsana. Se enfrentó a Miguel Barbosa; renegó y atacó a Alejandro Armenta; le apostó a Ignacio Mier Velazco y maltrató a sus trabajadores dándoles un trato miserable en su indemnización. No se conformó con haber sido descubierto y exhibido como un evasor de impuestos.
Supo el tramposo empresario de la oferta de Marcelo y me dio las gracias por no aceptar. “Te recompensaré”, fueron sus palabras que no cumplió ni yo esperé que cumpliera. Henaine, no sabe de dignidad ni de lealtades, pero sí entiende de traiciones que practica tanto como su ludopatía en Las Vegas.
Hasta aquí el breve recuento de mi corta ruta recorrida.
POSDATA: Mi desorientación vocacional me llevó a ser reportero y periodista. Nada que ver con mis estudios de contaduría pública, pasando por las facultades de letras y sociología que no terminé. Las dos últimas las ejerzo discretamente. De la primera, basta decir que apenas me acuerdo de la tabla del 2.
POSDATA 2: Tengo muchos defectos y he cometido muchos errores, pero nadie me puede acusar de traidor ni desleal ni ratero ni extorsionador ni de cambiar de género, categorías vergonzosas que no acepto, mientras que los cínicos las exhiben sin miramientos.
POSDATA 3: Mi gran ilusión era convertirme en futbolista profesional. A los 16 años ingresé a las reservas del Puebla con la idea de debutar a los 18, pero unos meses antes, Emilio Maurer Espinosa, acusó a mi papá, en la dirección regional de El Sol de Puebla, de querer chantajearlo criticando al equipo Puebla. Puso de testigo al “Gordo” Francisco González Gatica.
Fueron tres meses de investigación, mientras mi papá era suspendido y ridiculizado, pues tenía que estar parado 8 horas junto al elevador todos los días hasta que se aclarara el asunto para ser despedido o reinstalado.
González Gatica, quien era amigo de mi papá, tuvo un gesto de decencia y honestidad, pues sabía que el señalamiento era falso, optando por enviar una carta al director regional Antonio García Quevedo, negando lo dicho por Maurer que, finalmente, quedó como un difamador y embustero.
Durante el transcurso de la investigación tuve que decidir por seguir en el equipo donde Maurer mandaba o apoyar a mi papá. Basta decir que mi sueño de ser profesional se frustró, pero no me arrepiento, fue mi mejor decisión a favor de mi padre y maestro, terminando por jugar en lo más destacado del balompié poblano y en la liga sub profesional del Distrito Federal donde competían todos los campeones de los barrios.
POSDATA 4: Ha habido grandes periodistas poblanos a la altura de los mejores a nivel nacional. ¿De dónde tantos que actualmente aparecen por todos lados? Reconozco que hay talento, pero es poco, no exageren ni alimenten falsas promesas con tal de manipular y hacer negocio.
POSDATA 5: Mi papá Ángel García López, fue consejero de varios gobernadores y alcaldes de Puebla, empezando en los años 70 con el doctor Gonzalo Bautista O’Farrill. Prestó servicios a la nación con el presidente Luis Echeverría Álvarez, trabajando de cerca con el secretario de Relaciones Exteriores Emilio Óscar Rabasa.
Entrevistó a presidentes como Juan Domingo Perón, Argentina; Juan María Boldaberri, Uruguay; Miguel Ydígoras, Guatemala; Fidel Castro, Cuba; Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría, México.
Fue maestro fundador del Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec, junto con el Mayor Raúl Velasco de Santiago y el maestro Ramón Ramírez Núñez, creadores auténticos de los mosaicos de Puebla; además, jugador de fútbol de segunda división profesional con La Concepción al iniciar la década de los años 50.
POSDATA 6: No oculto mi certeza de que Alejandro Armenta será candidato y gobernador de Puebla.
No me equivocaré.
Los poblanos merecen hacer realidad su esperanza de tener un buen gobernante, talentoso y brillante.
Por cierto, hoy por la tarde cierra su precampaña en Ciudad Modelo de San José Chiapa. Horas antes, a mediodía, ofrecerá una conferencia de prensa.
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Periodismo con Historia
*(Diario ABC Puebla)