Las redes sociales en el momento político complejo en el que se encuentra México cobran una gran relevancia, no sólo porque sirven de contrapeso al discurso polarizador que el presidente de México emite a diario sino porque han sido detonantes de movimientos de cambio.
Hemos documentado en este espacio el funcionamiento de las plataformas digitales a través de grupos orgánicos, o no, que mueven la conversación y que en los primeros meses de este gobierno surgieron como una necesidad de ser la muralla de la desinformación, las calumnias y el empoderamiento que se intentaba generar del mandatario en turno.
La contención ha continuado, y mientras algunas voces se pagan por la guerra (literal) para acallar cuentas críticas a través de denuncias masivas o vulnerándolas, otras surgen con fuerza y se unen para seguir siendo un contrapeso.
La importancia que tienen las redes sociales, sobre todo en la vida política de México, es que son el canal por el cual se amplifica una idea, que después queda registrada en la mente de los usuarios.
Fueron precisamente esos pensamientos los que generaron alarma entre la comunidad tuitera, la más activa políticamente y con la capacidad de analizar información en tiempos cortos, que venían de la necesidad del nuevo régimen de imponer arquetipos en contra de valores como la libertad, peligrosos porque pueden modelar conductas y modos de pensar. Son ideas compartidas de manera colectiva que alcanzan un pensamiento individual y permiten posteriormente clasificar el mundo.
La nueva clasificación comenzó con la división de los mexicanos entre chairos y fifís, ricos y pobres, malos y buenos. Sin bien el discurso obradorista logró permear en la sociedad no ha sido del todo efectivo porque no ha causado la segmentación esperada entre los mexicanos, quienes siguen luchando en las plataformas para mantener un equilibrio.
Quien diga que las redes sociales no son importantes en la vida pública se equivoca. La nuestra más reciente fue la presión que la comunidad tuitera logró hacer para que cada uno de los diputados de oposición, PRI, PAN y PRD, se unieran para votar en contra de la reforma eléctrica, decisión a la que se sumó Movimiento Ciudadano (MC).
Fue así que, por medio de las redes sociales se articularon los esfuerzos necesarios para que los diputados no faltaran a su cita con la historia, y se les ha dado acompañamiento en sus decisiones.
Lo que resta en los próximos meses será lograr una coordinación entre los partidos de coalición y la sociedad civil para traducir el apoyo virtual en votos.