México requiere instituciones fuertes para consolidar su democracia, esa que con el cambio de régimen peligra porque el aparato del Estado Mexicano es usado para estigmatizar y criminalizar manifestaciones contrarias a los postulados de la “transformación”.
Una de las características de la democracia es el pluralismo, en la que distintas tendencias económicas o políticas tienen el derecho a coexistir; sin embargo, ese pluralismo tiende a diluirse ante la incapacidad de contrarrestar el método de acoso verbal que distrae de los temas relevantes.
Por otro lado, somos testigos de la debilidad de las instituciones. Algunas desaparecidas o modificadas como el Seguro Popular que atendía a toda la población mexicana y contaba con abasto suficiente de medicamentos, por mencionar un ejemplo de la incapacidad de la oposición política de detener los cambios que el país sufrió en estos tres años de Gobierno.
El plan verbal es sistemático, deliberado y parece haber tenido efectos en la sociedad. Hoy la discusión política difundida por diversos canales de comunicación ha caído en un círculo vicioso porque el Poder Ejecutivo ha logrado manipular el lenguaje.
De acuerdo con el escritor Luis Antonio Espino, dicha manipulación tiene tres fines: el desahogo, la división y la distracción. El insulto entonces permite desviar la atención de los problemas de la actual gestión federal.
La provocación permite que los medios reproduzcan sus palabras, la indignación que el público aludido siga los ataques, después el mensaje se amplifica (en redes sociales y otros canales de comunicación), posteriormente los críticos, al repetir el insulto a sí mismos caen en la trampa. Lo que resta es la normalización de la agresión.
Mientras todo esto sucede, los temas importantes no son visibilizados y la “transformación” que apuesta a la ausencia de la movilización, la limitación de la pluralidad o del ejercicio del poder, avanza.
“Las palabras pueden ser como pequeñísimas dosis de arsénico…”, decía Victor Klemperer. Un veneno que me parece ha inmovilizado a la sociedad, la oposición y debilitado poco a poco nuestra democracia.
La tendencia debe ser a fortalecer las instituciones, sobre todo políticas, que permitan resistir el desmantelamiento de la forma de gobierno que en 2018 permitió la alternancia.
@MaritzaMena7