La aplicación de acciones de manejo de cuencas en 948 hectáreas de la comunidad de Garamsur, Maharashtra, en la India, permitió aumentar la disponibilidad de agua en la cuenca y mejorar los rendimientos de trigo de 1.19 a 1.96 toneladas por hectárea. En soya, el rendimiento pasó de 1.10 a 1.60 toneladas por hectárea, y en algodón de 0.70 a 1.20. También se adquirieron vacas y se otorgó asesoría veterinaria para la producción de leche, cuando nadie lo había hecho.
Derivado de lo anterior, la economía mejoró sustantivamente. El número de bicicletas subió de 15 a 70, las motocicletas de 2 a 8 y se adquirió el primer Jeep, en 1996, para el transporte de personas y mercancías. Las casas mejoraron sus condiciones y se mejoró la vida comunitaria.
El primer paso se dio después de una gran sequía ocurrida en 1989 en Maharashtra, región occidental de la India, en donde la Agencia Alemana de Cooperación Internacional (GTZ), financió al gobierno hindú para resolver este gran problema. A través de la Organización de Manejo de Cuencas (WTOR) se convocó a las comunidades a la acción y participación social. Algo que, al igual que en México, no fue fácil.
El Programa de Manejo de Cuencas apoyado por la GTZ inició con la información y organización de los pobladores; continuó con la definiciones de tareas: estudios topográficos, control del pastoreo de ganado de otras comunidades, construcción de zanjas de absorción, barreras de piedra, represas, barreras vivas, plantación de árboles, y todas aquellas prácticas que garantizan mantener la lluvia durante más tiempo en las partes altas de las comunidades, para asegurar la infiltración, recargar los acuíferos y reducir las inundaciones en las partes bajas.
La sequía y la pobreza unió a la comunidad para buscar soluciones, pero la creación de cajas de ahorro y préstamo los mantuvo unidos después y pudieron transitar al fortalecimiento de la actividad económica porque el crédito es un detonador del desarrollo de proyectos, pero no sirve de nada cuando no se sabe qué hacer ni cómo hacerlo; por ello, la capacitación y el acompañamiento técnico son indispensables para el fomento productivo.
Al mismo tiempo, y derivado del Programa de Manejo de Cuencas, en la comunidad de Calchelipata, en el mismo estado de Maharashtra, se construyó una escuela de nivel básico en un terreno rústico con un camino lleno de piedras, ubicado lejos de la aldea, proveniente de una donación de un ciudadano comprometido con la educación.
Esta comunidad que padecía sequía frecuente, con muy poca agua disponible para tomar, la cual debía acarrearse desde varios kilómetros y en la que las cosechas agrícolas eran muy pobres, también participó en el Programa de Cuencas. Así, los papás participaron en sus parcelas y, junto a sus hijos, también lo hicieron en la escuela con gran entusiasmo y compromiso de ambos aportando su trabajo voluntario.
Pero, al igual que en todos los pueblos del mundo que conozco, no todos participaron y siempre hubo discusiones de gente que no estaba dispuesta, mientras no se le convenció con resultados.
El apoyo de WTOR fue determinante para la construcción de la escuela, para fortalecer la participación voluntaria creciente y el orgullo de pertenencia de los estudiantes. En cierta forma, los niños educaban a sus padres con el ejemplo de sus acciones. En todo momento se privilegió el juego para aprender a trabajar juntos y poder aportar a la comunidad.
En 1996, plantaron árboles y cada uno los cuidó mientras estuvo en la escuela. Después, al egresar los asignaron a alguien que continuaba. Hoy hay un bosque donde los alumnos van a estudiar bajo la sombra. Además, se adoptó la lombricomposta para producir abonos que se venden en la comunidad, y, se promovió la recolección de semillas de árboles para venderlas y generar ingresos para la escuela. Hasta la fecha, los niños participantes se llevan una cantidad de lombrices de tierra a sus casas para hacer compostas con sus papás y aplicarlas a sus campos.
Lo anterior ha permitido mejoras en la escuela, como la adquisición de computadoras y la rehabilitación de instalaciones. Pero, lo más importante es la formación de ciudadanos con una nueva mentalidad y herramientas para construir un destino.
En el mismo año, 1996, se realizó un festival que dio mucha fama a la escuela, porque era la única de la región participando en el Programa de Cuencas. Hubo muchos profesores visitantes y muchos papás orgullosos de sus hijos. Al igual que aquí, acciones como éstas son adicionales a las responsabilidades de los maestros, pero se necesitan para un mejor país.
En tanto, en México hay varias experiencias del agua. En Puebla, el manejo de cuencas se ha hecho por lo menos desde 1991 con grandes resultados en el abasto de agua en comunidades con escasez, principalmente en la mixteca poblana, de donde ya hemos escrito de varios casos vigentes.
Pero, he querido compartir esta experiencia ajena porque la considero muy valiosa para muchas partes del mundo, pero también porque cuando las experiencias son de otros países o de comunidades ajenas a las nuestras, les creemos más que a las propias. Pienso que de dónde sean o vengan, si nos sirven hay que adoptarlas.