Desde 1989, año en que México firma el Consenso de Washington y en el que el Estado Mexicano comienza el cambio de su modo de producción al de la privatización, en el cual el común denominador fue el adelgazamiento del Estado, el recorte al gasto público, así como que el Estado no interviniera en la economía. El sistema neoliberal, cuya trinidad, de acuerdo a Naomi Klein en su famosa obra ’La Doctrina del Shock’, está conformada por la privatización, el recorte al gasto público y la desestización (el Estado ya no interviene en la economía), fueron ideas de corte económico provenientes de miembros de la segunda escuela de Chicago, conocidos como los ’Chicago Boys’, cuyo líder básicamente fue el premio nobel de economía en 1976, el Profesor Milton Friedman. Los postulados de Friedman y de su esposa Rose, básicamente copiaban los de Adam Smith, David Ricardo y John Locke: La libertad de mercado, en el cual la mano invisible de Dios se encargaría de poner todo en orden con el fin de evitar crisis económicas. Lo cierto es que Friedman estaba en contra de cualquier regulación económica por el Estado, el propugnaba por la libertad y, por ende, que el más fuerte económicamente sobresaliera sin ninguna restricción; su primer experimento: Chile en el año de 1973.
La entrada del neoliberalismo en Chile trajo como consecuencia una gran crisis económica, la caída de Salvador Allende en medio de un golpe de Estado dirigido por Pinochet y financiado por los Estados Unidos de América; el resultado: el fin del Estado de Bienestar Social, el empobrecimiento de la ciudadanía y el nacimiento de nuevos ricos. Naomí Klein indicó en su libro que el neoliberalismo, a pesar de que estaba demostrado que terminaba con los Estados de bienestar social, se había convertido en la droga del mundo; y México no era la excepción.
El neoliberalismo en México dejó a más de la mitad de su población en extrema pobreza, de acuerdo a datos de la CONAPO de 2019, las inversiones extranjeras en México han costado incluso que las minas de plata y oro sean propiedad de extranjeros (como ejemplo están las minas de Guanajuato que son exclusivas de explotación de empresas canadienses).
Por supuesto que el neoliberalismo tuvo como resultado desarrollo económico y crecimiento de avances tecnológicos, sobre todo, la inserción de México en los mercados internacionales, su pertenencia a la Comunidad Internacional mediante una Globalización Económica; sin embargo, a costa de los que menos tienen, fomentando su exclusión del mercado laboral.
Es importante resaltar que no es fácil desestructurar un sistema neoliberal, sobre todo por el poder económico con que cuentan algunos inversionistas; de hecho, el costo social de un cambio sistémico al populismo puede traer graves consecuencias económicas para la sociedad, sobre todo para la clase media alta, media baja, baja y en pobreza extrema.
Tal es el caso del acuerdo emitido por la Secretaría de Energía, el cual se publicó en el Diario Oficial de la Federación en fecha 11 de mayo del 2020. En este acuerdo se pretende darle las riendas del sector energético al Estado Mexicano, independientemente de que existan contratos anteriores con inversionistas privados y otros Estados del mundo, sobre todo en energía renovables.
Es un hecho que distamos mucho de regresar a un Estado de Bienestar Social como aquellos que existían antes del neoliberalismo, pues las condiciones políticas, económicas y sociales no están dadas; al contrario, la creación de este tipo de políticas públicas puede agravar la situación, pues el Estado Mexicano no está fortalecido económicamente y, por tanto, puede ser acreedor a demandas ante Tribunales Internacionales por incumplimiento de los instrumentos internacionales suscritos por el SENER desde el año 2012, entre los que destacan los firmados con países como Canadá, Francia, Argentina, India, Dinamarca, Estados Unidos, Reino Unido, Guatemala, Irlanda del Norte, Honduras, El Salvador, entre otros; además de los acuerdos de París, suscritos en el 2016 junto con 195 países, en el que el Estado Mexicano se comprometió a invertir en energías renovables; así como el protocolo de Kyoto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático del año de 1998, por supuesto suscrito por México.
Que el Estado Mexicano pierda una controversia de esa magnitud a nivel internacional, traería como consecuencia el pago de millones de dólares, incluso de euros; y quienes tendrán que sopesar esa carga económica seríamos los que pagamos impuestos, y por supuesto, el recorte al gasto público con mayor magnitud del que ya está; sin dejar de un lado el bloqueo económico hacia México de la comunidad internacional; además debemos esperar la reacción de los mercados, pues el impacto económico es proporcional al hecho de que México no respete si quiera sus propias leyes ni los tratados económicos que suscribe; motivo por el cual, es probable que la inversión se aleje del país, aunado a que el Estado Mexicano ya no sería factible a ojos de los inversionistas a muy largo plazo.
Por supuesto que los costos de la energía se elevarían para el pueblo mexicano, e incluso, podría prescindirse de ella; y no sólo eso, la crisis económica sería homogénea en todos los sectores.
Debemos entender que la economía es global y que el Estado Mexicano se arriesga económicamente a perder sostén económico importante, ya que con el acuerdo antes indicado deja fuera la inversión en energías limpias, pero no sólo eso, sino que su enfoque va dirigida a la producción petrolera y de carbono para la producción eléctrica. Aun y cuando el acuerdo no prohíba la inversión extranjera en la producción petrolera y de carbono, cierra la inversión a las energías limpias.
Cabe señalar que no cumple este acuerdo con los requisitos de mejora regulatoria, y a pesar de ello, fue publicado sin este procedimiento, lo que a todas luces hace recaer una ilegalidad en su emisión.
El problema del populismo y, sobre todo, del Estado Mexicano es que no están cumpliendo con las normativas para emitir acuerdos y decretos, violando derechos humanos, incluso a nivel internacional, no puede ser que el clientelismo electoral sea más importante que la creación de políticas públicas inteligentes y que permita a la economía mexicana sopesar los cambios paulatinamente, el resultado puede ser muy riesgoso, pues en México primero se deberían crear políticas de especialización, otorgar los lineamientos para mejorar las economías de las familias mexicanas a través de la dignificación en el empleo, en la calidad de la educación, invertir en la investigación de calidad, llegar a consensos con las fuerzas económicas del país, combatirla corrupción en donde se debe combatir, crear políticas criminales de combate a la delincuencia organizada; pero en el mundo al revés, con discursos populistas se puede llegar a una grave crisis económica en el país, la cual traerá aparejados otros fenómenos sociales como un alto índice de delincuencia, ingobernabilidad y lo que detestamos del neoliberalismo: enriquecimiento de quienes ejercen el poder y más corrupción.