Uno de los temas que más preocupan a la dirigencia nacional de Morena y a sus estatales, es la situación en que se vienen desarrollando las actividades de los seis aspirantes a la candidatura a la Presidencia de la República para el proceso electoral del próximo año, en las que ha sido evidente que se ha rebasado el tope de hasta cinco millones de pesos en gastos, establecido en las reglas aceptadas por todos los participantes en el proceso y que de acuerdo a estimaciones de los observadores del INE, de los partidos de la alianza opositora y de ciudadanos que han venido monitoreando el proceso, Claudia Sheinbaum ocuparía el primer lugar en el gasto de recursos en su promoción, no sólo en este momento, sino desde antes de su registro, porque siendo funcionaria pública como jefa de Gobierno de la Ciudad de México, los gastos erogados en sus bardas, espectaculares, redes sociales y el uso de los medios de comunicación a su alcance son incuantificables y le dieron una amplia ventaja por sobre los otros cinco aspirantes, a lo que habría que sumar los gastos actuales en el proceso: a pesar de ello demás corcholatas aceptaron las reglas aprobadas por el partido y seguramente, no faltará que alguno de los perdedores argumente en su momento esta circunstancia, ya que por ahora no lo harán para evitar el enojo del Presidente.
De ahí que si analizamos la forma en que se están llevando a cabo los actos de promoción de los seis aspirantes, todos por igual han rebasado el tope de gastos sin que nada, ni nadie pueda frenarlos; pero, sólo uno de ellos ha marcado diferencia sobre sus contendientes y es el ex canciller Marcelo Ebrard que con su propuesta para combatir la inseguridad de alguna forma se está desmarcando de lo que a la fecha ha llevado a cabo el actual gobierno y de alguna manera envío el mensaje de que no apoya la estrategia de AMLO cuyos resultados han sido y seguirán siendo desastrosos para el país.
Habrá que ver hasta donde Ebrard continua con esa dinámica en los demás temas que interesan a los ciudadanos, como educación, salud, desarrollo económico, combate a la corrupción y la impunidad, que siguen siendo el talón de Aquiles de los gobiernos emanados de la 4T. Será muy difícil que logre presentar propuestas de avanzada, porque si de lo que se trata es de lograr la continuidad de la cuarta transformación, conociendo la forma de pensar de López Obrador, Ebrard corre el riesgo de que sea el propio Presidente el que considere que no es el candidato idóneo para lograr dicho objetivo.
En el caso del ex secretario de Gobernación Adán Augusto López, aún y cuando ha logrado una gran movilización de simpatizantes en todas las plazas del país donde se ha presentado, la gran mayoría de asistentes han sido beneficiarios de los programas del bienestar o militantes y simpatizantes de Morena que desde hoy sólo tienen claro que van a votar por el Partido, sin importar quién sea el candidato o candidata, de ahí que los discursos de Adán Augusto sólo son una repetición de las propuestas y pensamiento de López Obrador, siendo el mensaje que las cosas seguirán igual y que los ciudadanos de ganar este aspirante, no debemos esperar ningún cambio que de solución a los graves problemas que vive el país.
En cuanto a la campaña de Ricardo Monreal, es claro que la desventaja que tiene respecto a las otras tres corcholatas es muy grande y difícilmente logrará remontar los números, ni siquiera para un tercer lugar, porque en la percepción de los militantes y simpatizantes de Morena, su participación no tiene el respaldo del Presidente, quién sólo al final decidió incluirlo en la lista definitiva para evitar una fractura o que desde su posición en el Senado pudiera causar algún problema en las votaciones para apoyar al bloque opositor; en virtud de lo anterior, aún y cuando Monreal es de los precandidatos de Morena quién ha gastado menos recursos en la promoción de su imagen y eventos públicos, a estas alturas del proceso, está consciente de que al haberlo dejado participar el Presidente, le quitó la oportunidad de ser candidato por otro Partido o por la alianza opositora con la que a pesar de todo, tiene una relación cordial y de respeto por su trabajo en la Cámara de Senadores.
De las campañas de los aspirantes por los Partidos Verde Ecologista de México y PT, Manuel Velasco y Gerardo Fernández Noroña respectivamente, desde su registro para todos los ciudadanos quedó claro que entraron sin ninguna posibilidad y sus eventos han sido únicamente con su militancia, pero sin lograr nuevos simpatizantes, al no tener un discurso que atraiga a los ciudadanos, porque sólo repiten los mensajes de López Obrador y las bondades de la 4T, porque carecen de propuestas propias y nunca harían una crítica a las acciones del actual gobierno y menos del Presidente. Por lo que lo único que buscan es la forma de negociar posiciones para candidaturas al Senado, Diputaciones federales, Gubernaturas, Presidencias Municipales y regidurías, con quién sea el candidato o candidata de Morena a la Presidencia de la República, para continuar siendo los partidos rémoras que han venido siendo desde dos mil dieciocho y buscar ante todo mantener su registro nacional.
Así las cosas, las campañas de los aspirantes a la candidatura, además han perdido el interés y la atención nacional, ante la irrupción de la campaña de Xóchitl Gálvez aspirante por el Frente Amplio Ciudadano, que desde el anuncio de su aspiración y con los enfrentamientos verbales y jurídicos con el Presidente, ha logrado posicionarse haciendo que se olviden los ciudadanos de los actos proselitistas de las seis corcholatas del Presidente.
Pese a lo anterior, es muy difícil que las campañas cambien o que alguna de las corcholatas decida salirse del formato, porque estaría en juego su participación y la ira del Presidente que les cerraría la puerta en forma definitiva a su aspiración, por el hecho de romper la unidad del Partido, que hoy se encuentra tambaleante, por la apatía de los ciudadanos que están más preocupados por la violencia e inseguridad, así como de la crisis económica que vive el país, que por apostar por una continuidad que no representa una esperanza de un cambio y mejoría de la situación actual.